SUPERIMPERIALISMO, TERRORISMO, PACTAR LA
GUERRA
El grado de interdependencia de los
diferentes centros de poder es el resultado de una fluida
comunicación, objetivada en eso que se ha dado en llamar cumbres,
que convierten al mundo en un delicado puzzle que puede desajustarse
sin posibilidad de reconstruirlo, por eso, situar e interpretar los
actos de quienes toman decisiones es tarea controvertible; si además
la información disponible es solo la de los medios, si se carece de
canales alternativos, de fuentes que vierten su caudal en los
mentideros que no frecuentas, entonces es muy razonable ser
discutible, pero por grueso que pueda ser el trazo de quien escribe,
este no es menos preciso que el de los analistas profesionales, que
parecen ser muy precisos en lo accesorio, pero que obvian lo
relevante, porque resaltarlo marca tendencia, y ese marcaje tiene
costes, que como en Méjico, o Turquía, al que escribe lo que es
relevante, le cuesta la vida.
Y entonces llega al parlamento el señor
presidente del consejo de ministros de la corona, convocado por la
oposición para que explique cual fue su relación con los encausados
por la corrupción y su parlamento se esconde tras los recientes
atentados que tuvieron lugar en Barcelona.
El terrorismo es el recurso del capital
financiero, precisamente para disimular la feroz expropiación que
este lleva a cabo manipulando leyes, nacionales e internacionales
para que todos los años, en Davos nos enteremos de cómo el capital
se concentra, cada vez más, en menos manos, sin que esta estadística
mortífera, que da lugar a lo
que es portada en todos los medios, cada día, alguien se
atreva a relacionar esas expropiaciones – de ámbito mundial,
y sin la cual no tendría explicación, la
concentración de capitales –, con la falta de
empleo, los recortes, las leyes que propician reformas laborales,
leyes mordazas, los desahucios, las hipotecas impagables, el
deterioro de la educación, la sanidad, la corrupción, la
prostitución, el crimen, organizado y el espontáneo, es decir, como
es imposible gobernar con transparencia, si se ha diseñado toda una
política, que en los países democráticos, la gobernanza cotidiana
se pudre, hábil y sutilmente mediante un rosario de atentados
terroristas que desmoviliza y sume a la población trabajadora en un
ambiente donde los problemas que condicionan su cotidianidad se ve
alterada por la brutalidad criminal del terrorismo, teniendo
ejemplos flagrantes de terrorismo institucional, como Filipinas, de
terrorismo interpuesto con ayuda del narcotráfico armado con armas
de guerra, como en Méjico, con división de Estados, como Sudan,
con la aniquilación de pueblos como Yemen, con la represión brutal
como la llevada a cabo en el Rif, por el gobierno amigo del
monarca de Marruecos.
Pretender entender el terrorismo sin entrar en
las causas que lo motivaron es una tarea solo apta para distraer a la
buena gente mientras se da pie a toda una serie de teorías que echan
leña al fuego del odio, la xenofobia, el enfrentamiento religioso, o
lo que es lo mismo, el caos del que sacan beneficio los que tienen
los instrumentos de poder para gobernar en beneficio de las
transnacionales y de los bancos,
cada vez más grandes para dejarlos caer – que un cierto informe
explicaba cómo todos los bancos sistemicos poseían acciones
compartidas –, en realidad, siendo los que deciden la gobernanza
mundial, mientras endeudan a los Estados y engordan la próxima
burbuja, ¿bitcoin?.
Especialmente el radicalismo político
islamo-yihadista, financiado con largueza y cultivado
psicológicamente, para que su efectividad no decaiga es muy
importante, por eso creo que el atentado contra las torres del WTC de
Nueva York es digno de ser analizado con toda la profundidad posible
porque ese atentado era la puesta en escena del enemigo que sustituía
al comunismo vencido, y su realización debía alcanzar el grado de
efectividad y credibilidad, necesario y suficiente para poder ser
exportado, fundamentalmente a Europa y al resto del mundo; – aquí
es interesante dejar claro que con ello no se pretende ir contra el
pueblo estadounidense, tomado como rehén y utilizado como excusa
para cubrir el enriquecimiento de su élite, su burguesía guerrera
y militarista, su miedo, el miedo de esa minoría, que dirigía la
gobernanza del mundo a ser rebasada por la historia, se trata por
tanto de demostrar cómo en los mismos EEUU, la versión oficial de
aquel atentado es contestada desde diferentes ángulos, uno
aquí, otro
aquí –, sin que con estos se agote la contestación.
Dado los antecedentes políticos del complejo
militar industrial, utilizando el islamismo para lograr ventaja
política, extendiendo sus efectos más allá del territorio de
Estados Unidos, una vez que el comunismo soviético había dejado de
ser el sustento ideológico que mantenía la industria militar en
estado de máxima absorción de presupuesto gubernamental, el rosario
de atentados, que no olvidemos, causa más sangre y destrucción en
los países donde está arraigada la cultura islámica, que en
Europa, es percibido por los europeos como la principal amenaza, y
esa percepción es, interesadamente cultivada por ese rosario de
atentados, utilizando al islamismo yihadista e impulsando hacía
Europa el vaciamiento de territorios que el capital financiero fija
como objetivo, primero, porque el desplazamiento de una masa humana
considerable, desestabiliza, es un negocio para las mafias con lazos
invisibles con el poder y permite un trasiego de seres
humanos, imposible de controlar, y segundo, al vaciar los territorios
apetecidos, este disminuye su población y quienes quedan son los más
desfavorecidos, aquellos que no disponían ni de recursos económicos
para escapar ni de los medios políticos, culturales e ideológicos
necesarios para organizar una resistencia efectiva y peligrosa,
obligados por tanto a enrolarse al Daesh o morir.
Ese cultivo interesado – en los EEUU con la puesta en escena de las
torres demolidas con la excusa de los impactos aéreos, que debió
suponer complicidades a muy altos niveles, dado que se ignoraron
informes policiales cursados reglamentariamente –, que requiere una enorme
cantidad de dinero, vendría financiado, en principio de la mano de
las burguesías árabes temerosa de una ciudadanía sobre-explotada,
empobrecida y desorganizada, posteriormente la invasión de Iraq
aportó una fuente financiera sobrevenida, al contrabandear el
petroleo robado en Siria. El objetivo fundamental de la extensión
del terrorismo, a esa escala planetaria tendría dos vertientes
principales una, el control de Oriente Medio, otra desarticular,
cuando menos, el lento avance de Europa hacia una solución lógica,
un Estado confederal, percibida como un peligro por la burguesía
europea y estadounidense al albergar el continente una ciudadanía
muy cultivada y politizada, capaz de poder dar un giro determinante
al proceso histórico si dispusiera de una orientación política
clara con una alternativa, un proyecto de sociedad, más justa e
igualitaria.
La invasión de Iraq fue la razón más
importante, viniendo a demostrar que Afganistan no fue más que la
trampa que contribuyó a minar el vacilante comunismo soviético que
terminó desmoronándose en Europa – personalmente creo que este
desmoronamiento soviético fue la confirmación del terrible error
que supuso para la revolución de octubre abandonar la lucha en
Europa, en favor de la política estalinista del socialismo en
un solo país y de la coexistencia pacífica: el
tiempo demostró fehacientemente que el error fue una traición
–, para el impulsor de la idea que buscaba un enemigo global
alternativo al comunismo, EEUU, el asesoramiento de las empresas
privadas de seguridad para crear bandas para extorsionar a la
población, tras la invasión del territorio iraquí no debió
suponer un problema difícil de resolver dada la experiencia
acumulada en Afganistan. El problema debió llegar, una vez invadido
Iraq cuando desapareció la administración del Estado iraqí y se
formaron diferentes bandas y milicias, y las diferentes burguesías
empezaron por jugar cartas que no podía suscribir el complejo
militar industrial USA, autor del diseño político para el mundo del
nuevo siglo americano.
Turquía es la muestra más significativa
porque al tener su territorio un enclave estratégico, parecía ser
el socio perfecto para vigilar tanto a Rusia como a Irán . El
islamismo moderado de Erdogan, que rompe la base del laicismo de
Atatürk, era hasta ese momento, una garantía fiable, que se empieza
a radicalizar y querer tener un papel diferente al que le aseguraba
el imperialismo, solo una determinada preponderancia al ser Turquía
un enclave estratégico, base de la OTAN y deposito de armas
nucleares, sin embargo, la ambición de querer tener mayor peso
específico, propició un golpe, que como siempre, la izquierda fue
incapaz de valorar.
Ese lugar estratégico que tenía y tiene
Turquía (ha asegurado la supervivencia política de Erdogan), fue
vital para comercializar el petroleo que el Daesh robaba en Siria y
que aseguraba la financiación de ISIS-Daesh, siendo transportado a
Turquía para comercializarlo con la complicidad de los
compradores, viniendo a demostrar esa práctica un cierto consenso de
los Estados, que con la boca pequeña condenan en terrorismo. El
dinero ingresado en la cuenta del Daesh y en la de la familia de
Erdogan tuvo un efecto nocivo, para el dirigente turco porque
concibió planes que no eran contemplado con agrado por la burguesía
pentagoniana, y para el Daesh porque los dueños del mundo
necesitaban una nueva edición de Sikes-Picot y no una edición
medieval abasida con aviones a reacción. Así pues, la aventura de
ISIS-Daesh que era muy cara porque exigía armas, dinero y más
dinero para improvisar una administración que pudiese organizar a
una población, poco dispuesta a retroceder al medievo, empezó a
generar contradicciones de difícil resolución. Rusia cortó esa
posibilidad cuando Bashar al Assad pidió ayuda a los rusos y estos
terminaron con el contrabando de petroleo, y las contradicciones se
han agudizado porque el nuevo presidente al mando de Estados Unidos,
urgido por una deuda estatal gigantesca que parece no haber entendido
el delicado equilibrio de fuerzas, presiona a los rusos y chinos, en
la península coreana.
¿Se entiende que sin terrorismo el sistema, el
capital financiero, que predomina sobre el capital productivo no
tiene capacidad para gestionar el mundo? Creo que no es difícil de
entender, que la pugna entre las superpotencias por no ceder
territorios, no ceder zonas de influencia exija una comunicación
constante y fluida para no cometer errores fatales – de ahí las
cumbres, oficiales y oficiosas –, y si, por ejemplo, Trump amenaza
con invadir Venezuela, funcionarios cualificados de EEUU se
entrevisten con dirigentes venezolanos dando ciertas seguridades,
que son todo lo fiable que las circunstancias permiten, toda
vez, que los gobiernos amigos sudamericanos se sienten concernidos y
amenazados.
¿Queda entendible el por qué del islamismo
político? Los psicólogos y sociólogos – también otros
científicos – que pululan por thinktank como por ejemplo CFR
(Council on Foreing Relations) bien pudieron llegar a la conclusión
que los árabes musulmanes son orgullosos con un sentimiento
rencoroso de haber sido ninguneados por el destino (el sistema), que
siempre pinta en las películas al malvado con turbante y mirada
aviesa (podría pintar también a los chinos, pero estos tienen
submarinos nucleares y un billón de dólares en bonos del tesoro de
EEUU, así que mejor mostrar respeto). Los árabes musulmanes daban
el tipo perfecto, solo había que exacerbar el sentimiento religioso
en la dirección exacta para tener un militante disponible y fiable,
pero esa red en la que no caben lobos solitarios, o mejor, en la que
se puede preparar un lobo solitario a petición, hay que mantenerla
operativa, y esa operatividad hay que engrasarla con dinero. Nunca
se hará, ni nunca se discutirá en ningún parlamento
sobre terrorismo, pues incluso con trazo grueso, el
resultado desvelaría el misterio, que siempre hay que
mantener velado porque, aunque se sospeche de donde puede
venir, la cuestión es la posibilidad de probarlo, y esa prueba,
como la de evidenciar como se mueven los flujos del dinero,
que enriquecen a la minoría minoritaria y empobrece
a la mayoría mayoritaria, mejor dejarla para Davos, donde
todos se conocen porque, igualmente, nunca se
discutirá en un parlamento cómo se genera la riqueza y la pobreza
porque demostraría el robo de los poderoso, el expolio a los
pueblos, las reglas trucadas, los dados cargados,
por eso se amaga con discutir, pero no se hace porque para
ello hay que tener una alternativa, y esa está por
inventarse.
El sistema dominado por el capital financiero
estadounidense, con sus reglas y sus organizaciones querría imponer
por la fuerza sus condiciones pero no puede porque entre tanto las
fuerzas emergentes encabezadas por China y el poderío militar ruso,
convierten la partida en una jugada muy sensible y un manotazo en la
mesa podría descomponer el puzzle trabajosamente construido. No
sería nada desquiciado pensar que ahora mismo se podría estar
pactando la guerra, las armas y el escenario de un golpe de fuerza,
un duelo, en el que podría decidirse las condiciones entre los
poderosos (no se hacen cumbres para echarlas rodar sin control);
quién pondría los muertos, el terreno, qué y cómo la puesta en
escena y casi podríamos decir que ese escenario estará lejos de
los territorios de los poderosos. ¿El Pacífico? ¿Venezuela? ¿El
sur de Europa? Oriente medio ya lo es ¿Qué nos sorprenderá? Desde
luego, la atomización de la clase obrera es como la arena, mucha
pero fácil la mueve el viento, por tanto, difícilmente sería
protagonista. Cohesionarla, darle solidez es tarea de un acuerdo
internacional de los representantes obreros, sus organizaciones de lo
contrario, no cuenta y las superpotencias, los imperialismos, podrán
pactar cómodamente, fuerzas armas y escenarios.
¿Era lógico esperar que Rajoy diera
explicaciones en su terreno, cuando en el tribunal al que acudió
como testigo, con la obligación de decir verdad, miró para otro
lado? El gobierno del PP es la última trinchera de la constitución
del 78, el lo sabe, y todos lo intuimos, por eso puede seguir
jugando, mareando a la perdiz.
jmrmesas
uno de septiembre de dos mil diecisiete