RUSIA
ES EUROPA. EUROPA NO ES ESPAÑA
EL
FINAL DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL NO ES EL FINAL DE LAS CLASES
SOCIALES
Y
MUCHO MENOS, EL FINAL DE LA LUCHA DE CLASES
He
leído siempre con interés los artículos que conocía de Ignacio
Sotelo, como me interesó y me interesa la evolución y deriva de
Izquierda Socialista, esa corriente crítica del PSOE, porque la
izquierda es un magma en donde se agitan todos los estratos
ideológicos progresistas que se dan cita en la lucha, ante
la orfandad en que permanece la sociedad
desde la traición de los líderes de la socialdemocracia
internacional, cuando decidieron votar los
créditos de guerra. Desde entonces, un
siglo, la socialdemocracia es el caballo de
troya de la burguesía en el seno del
movimiento obrero, la quinta columna de la burguesía entre las capas
más desprotegidas de la sociedad, adormecida, semianestesiada por
esa canallesca política de colaboración interclasista, que pretende
ocultar la realidad depredadora del gran capital; toda la podredumbre
subyacente es el resultado del abandono del
socialismo, de querer substituir un proyecto
de sociedad por una
colaboración de clases,
en donde el futuro quedaba y queda en manos de publicistas
comerciales que pintan el futuro con los colores que les proporciona
el capital financiero, por eso, las declaraciones de Ignacio Sotelo,
con la salvedad de ser la interpretación de una entrevista leídas
aquí entran en esta dinámica de
manipulación, al servicio del sistema; del modo de producción
mercantil, que ya dejo de ser útil a la sociedad para hacerla
avanzar.
No
soy un fan de Podemos,
porque crear un partido político para la clase obrera, no
puede ser resultado de una premura para tener lugar en un proceso
electoral, al que los medios dieron
cuerda para quitar votos a Izquierda Unida,
aunque el tiro les salió por la culata, pero dado el cultivo
magmático, la falta de cualquier atisbo de alternativa de izquierda
a la sociedad capitalista, ya en franco declive, la carencia de
debate y los notables deseos de una serie de personajes, ¿Qué más
se podía pedir?, esto es lo que hay, y lo que se puede hacer, es
impulsar el deseo de ruptura de un sector de
la sociedad, porque eso
es el proceso de tensión que se establece entre las nuevas fuerzas
productivas y las viejas relaciones de producción,
descritas por Marx, o acaso creían que esa tensión se plantearía
en términos académicos, se plantean en los términos, por ejemplo,
en los que la ex presidenta de la juventud socialista, Beatriz
Talegón, tuvo con un prócer del socialismo, del psoe, su propio
partido, Joaquin Leguina, en la que esta, tiene el valor y el coraje
de pedirle a Leguina que abandone
las filas del partido, porque ya, ni
él, Leguina ni Felipe González son socialistas, ahora, sino que han
caído en el liberalismo; esto es el proceso, en su dinámica; como
lo es el silencio de la Unión Europea, mirando para otro lado, ante
la guerra civil en Ucrania,
y el alineamiento indecente del presidente de Francia, el socialista
Hollande, apremiando a Rusia para permitir a Estados Unidos meter
baza en un territorio ajeno -Ucrania-, porque él, Hollande permite
al capital financiero, dictarles los recortes, a los que, falsamente
responde Marine Le Pen, y este abandono del socialista Hollande, de
la defensa de los intereses de los trabajadores hunde,
electoralmente, a la izquierda francesa. Estas son las
contradicciones entre fuerzas productivas nuevas, y viejas relaciones
de producción, por eso, es necesario un partido obrero
internacional, una nueva internacional, porque estos acontecimientos
no son tan evidentes y nítidos, y lo que ha de caracterizar a una
fuerza política es esa apreciación común de las acciones a llevar
a cabo por la izquierda, en un panorama, que ya no es nacional.
La
fragmentación de la sociedad, ante el ascenso del capitalismo
financiero y el declive del proletariado expulsado del proceso
productivo, no es una muestra de la vitalidad del sistema, es una
evidencia de la falta de alternativa militante, puesto que, nunca
un modo de producción obsoleto ha desaparecido sin lucha, sino que
ha sido substituido por nuevas relaciones de producción, capaces de
utilizar las nuevas fuerzas productivas, para transformar la realidad
social -lo que supone luchas encarnizadas- y sin embargo, lo que
parece deducirse en el artículo de I. Sotelo, es que el nuevo
capitalismo financiero tiene características positivas, de
las cuales ignoramos sus propiedades, porque en ningún lado se
describen, de lo cual no se desprende que las clases sociales estén
desapareciendo.
Lo
más novedoso del asunto es la extraña coincidencia de aunar
criterios en la derecha y en la izquierda
para señalar a Podemos como lo más nocivo del concluido proceso
electoral del pasado 25 de mayo, en el que para mayor escarnio, los
nazis ucranianos, apoyados por Estados Unidos y la Unión Europea,
votaron a un agente de Washington,
un provocador otanista
como presidente de Ucrania, con el silencio, no solo de las
instituciones públicas de la Unión Europea, sino con el silencio
mediático de la prensa europea, y me pregunto —¿Es posible que
avezados periodistas no vean ni las contradicciones, ni la peligrosa
deriva belicista de Estados Unidos?—, porque, al otro lado del
Atlántico, la
prensa parece mucho más preocupada
por las componendas de la UE y EEUU, mientras que aquí, esto parece
un asunto menor, sin querer notar, que tanto los acontecimientos
ucranianos, como un nueva avivamiento de la guerra de Irak
-facilitando ayudas al islamista ISIS-, es una huida hacia adelante
del complejo militar industrial euro-estadounidense temeroso, no ya
del declive, de la imposibilidad de que el presente siglo sea el
nuevo siglo americano, sino que el continente europeo se convierta en
el proscenio de Rusia, como latinoamerica es el patio trasero de
Washington, con la diferencia de que Rusia no busca apoderarse de
Europa -Rusia es Europa, como lo es Francia, San Marino, Italia o
España, Gran Bretaña no, ellos no quieren ser Europa, porque son
ingleses, que es un poco menos que el paraíso, pero mucho más que
Europa-, y sin embargo, Europa no es España, ni Rusia, ni Alemania,
ni Gran Bretaña -que son Europa, aunque no les guste, porque Europa
es un compendio, la suma sigma de toda la historia de los últimos
dos milenios, como poco, pero el drama de Europa son
sus burgueses, obligados
por el imperativo político de su irrelevancia a tener que mantener
la ficción de la división nacional para no desaparecer en la marea
de la lucha de clases, porque saben, lo saben
todos, que el futuro del mundo se decide en Europa, por eso Europa es
rodeada, al sur, por la inestabilidad de Oriente Medio y el norte de
África, y al nordeste por la deriva belicista de la OTAN, empujada
por el complejo militar industrial euro-estadounidense, tratando de
provocar la respuesta de Rusia, cuyos dirigentes, cargándose de
razón, ante las provocaciones, cada vez más audaces de Estados
Unidos, derrochan temple, haciendo gala de una visión mucho más
cosmológica, mucho
más madura y sopesada, conscientes de que el tiempo juega a su
favor.
UN
TIEMPO NUEVO
El
tiempo no es igual para todos. Cada actor, cada observador tiene una
medida de tiempo que trata de manejar acomodándose a su transcurso,
y el proceso empieza a marcar, inexorable, una cuenta atrás, porque,
como desde este modesto cuaderno de apuntes se viene insistiendo, el
sistema acabó su etapa de impulsor del desarrollo positivo de la
humanidad para convertirse en su principal
obstáculo, para un nuevo avance, y como no
desaparecerá, a menos que le obliguemos a
desaparecer, luchando por echarlo, no podemos
hacernos falsas ilusiones, creyendo que habrá una evolución
positiva, pues esta perniciosa creencia es el
resultado de cien años de colaboración socialdemócrata,
del que parece que una parte de ella comienza a vislumbrar la
necesidad de romper. El sistema, que hay que acabar con él, porque
no es reformable, no se recata en presentarnos el futuro, visto a
través de los ideólogos que nos lo describen en películas y series
televisivas donde abundan el crimen, el robo, las diferentes mafias,
toleradas y a veces sostenidas por gobiernos amigos,
o propios, donde el soborno, las finanzas, siempre especulativas, nos
presentan el resultado de unas tensiones que tienen como caldo de
cultivo una sociedad cínica, envilecida, en suma, una sociedad
terriblemente injusta, desigual, empobrecida, que incluso el nuevo
papa clama denunciando un sistema cuya guía no es otra que el
dinero, ha llegado a un punto de saturación que hará inevitable la
ruptura.
El
triunfo de Syriza en Grecia, y un reforzamiento de la izquierda, en
España, más allá del número de diputados conseguidos, encierra
la perspectiva de una maduración social que
habrá que facilitarle medios y modos para que comience a fermentar
en resultados positivos, y la mejor y más rápida manera de ayudar a
ese impuso sería la apertura de un discurso europeo sobre una
plataforma para la organización de Europa, y
puesto que existe la Unión Europea, esta debería tener un único
gobierno responsable ante el parlamento europeo, y no un gobierno
plenipotenciario, responsable ante un parlamento nacional, sea este
alemán, o francés o de cualquier otro país, sino ante el
parlamento común. Una tal plataforma debería contener elementos
tendentes a estudiar las cuestiones comunes, producción, energías,
fiscalidad, etc., es decir, obtener resultados espectaculares es
posible si se le envían a la ciudadanía europea las señales
necesarias para que sepan y se apresten a una lucha, en la que ellas,
ellos, no serán comparsas sino actores principales de un tiempo
nuevo, queriendo abrir cauces a un mundo nuevo y mejor, porque es
posible y existen medios.
jmrmesas
veintidós
de junio de dos mil catorce