EL ULTIMO REPARTO DEL
MUNDO SESENTA Y SIETE AÑOS DESPUES
PERSPECTIVA NECESARIA
Por primera vez, y tras
acabar la SGM, el nuevo reparto del mundo, fue tan minuciosamente
repartido, que es posible rastrear sus consecuencias, tras sesenta y
siete años después de finalizado, al mismo tiempo que constatamos
la increíble capacidad de las fuerzas productivas para volver
obsoletas las medidas tomadas en el reparto, pues hay que tener
claro, que las consecuencias actuales tienen, en aquel reparto, su
causa generatriz, imposibles de prever, en aquellos instantes, en el
que los autores del reparto, con una mentalidad anclada en el pasado,
no pudieron avizorar la sorprendente celeridad que tomarían los
acontecimientos, a impulsos del destacado imbricamiento de la ciencia
y de la tecnología en la producción, y como esta trastocaría el
mundo, en todos los sentidos, económico, financiero, científico,
social, político y vitalmente.
Intencionadamente, hago
uso del término reparto, por las connotaciones marxistas del verbo,
aunque fue Lenin, quien más uso la palabra, en sus escritos, por lo
tanto, copio el término, primero, porque fue un reparto, una
distribución de territorios y funciones, y segundo, porque intento
conectar con una concepción abandonada por los dirigentes de la
izquierda, que no osan despegarse de lo políticamente correcto por
temor a ser descalificados, perdiendo así la respetabilidad
que los mercados le asignan, por lo tanto, es preciso dejar
claro que en una situación como la que atraviesa el mundo, la
izquierda, no solo debe de diferenciarse por sus propuestas y
posiciones, sino que es de vital importancia, para poder ofrecer una
alternativa, poseer una concepción del mundo y de su historia,
diferente de la que tiene el mundo burgués, pues este no tiene
soluciones para esta crisis económico-política, toda vez que sus
propuestas nos han traído hasta aquí, y un nuevo reparto del mundo,
capaz de alterar la relación de fuerzas, no solo no parece posible,
dado que el empleo de las armas no solucionaría el problema, porque
no quedaría mucho que repartir, en primer lugar, en segundo lugar,
porque las diferencias son de matiz, en mi modesta opinión, pues se
trataría más que de repartir, de ajustes, a la luz de las
diferencias generadas en estos años, entre las burguesías europeas,
y en tercer lugar, porque la espesura del capital financiero ha
propiciado alianzas, cuyas rupturas, causaría más perjuicio que
beneficio, pues tal cosa, es el superimperialismo, los mercados,
ante los que los gobernantes, hacen cesión de soberanía, sin
que nadie se desmelene, desde Obama, explicando sus planes en Wall
Street, a Rajoy, explicándolos en donde haga falta, menos en el
parlamento soberano.
EL REPARTO
El militante obrero, el
luchador que quiera orientarse en esta profunda brecha abierta por la
crisis económica, que es la agonía de un mundo que desaparece, debe
saber que el origen de esta situación, más allá de remontarnos a
la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, está en el
reparto del mundo acometido tras la SGM, en la que se materializó
una determinada correlación de fuerzas, que lógicamente, no ha
permanecido congelada en los hechos pero si en el marco legal
que recogió aquel evento; aquel acontecimiento, el resultado de
aquella confrontación fue claramente percibido por los protagonistas
como un cambio radical, en el que uno de los aliados, era el
potencial enemigo a batir, al andar el tiempo, y mucho antes de
terminar la guerra, incluso antes de la entrada en la guerra de los
Estados Unidos, -1941- entre Roosevelt y Churchill, acordaron, lo que
más tarde fue la OTAN; era la concreción de que el aliado
soviético, era el que determinaba los límites del reparto, de
aquel reparto, que evidentemente, no se denominó con este término,
pero que los acuerdos suscritos al terminar la guerra, que dieron
lugar a la estructura de las Naciones Unidas, su administración y
agencias correspondientes, determinaban los límites de la
cooperación, los límites del reparto.
Para empezar, el consejo
de seguridad estaba reservado a las potencias vencedoras -EEUU, Gran
Bretaña, Francia, y el convidado de piedra, la URSS-, imposible de
soslayar entonces, porque su participación en la derrota hitleriana,
fue determinante, y fue mucho más tarde que se amplió a miembros
electos por un periodo determinado, y posteriormente, se incluyó a
la República Popular China como miembro permanente, pero en aquellos
momentos la representación china era la del gobierno de Chang Kai
Chek, que por supuesto, no tenía -China- la importancia estratégica
que tiene en la actualidad.
Los organismos que
componían la estructura -FAO, FMI, BM,- eran los que darían forma a
la nueva andadura del mundo; el FMI fue el encargado de organizar el
despegue económico, bajo la supervisión, casi en solitario de EEUU,
mientras que el organismo que organizaría la supervisión comercial,
la OIC, -Organización internacional del Comercio- no llegaría a
nacer.
En la conferencia de San
Francisco, -1945- que dio lugar a Naciones Unidas, se previó la
constitución de una serie de organismos destinados a estructurar la
cooperación económica, tales como el FMI, -Fondo Monetario
Internacional-, BIRF -Banco internacional de Reconstrucción y
Fomento-, comunmente conocido como Banco Mundial (BM), la OIC
-Organización internacional del Comercio- destinada a regular los
intercambios comerciales a escala internacional, que no llegó a ver
la luz, en su forma inicial porque las atribuciones de Naciones
Unidas en la intervención regulatoria fue percibida como un serio
inconveniente, por EEUU, para su expansión comercial,
constituyéndose en su lugar el GATT, -General Agreement on Tariffs
and Trade- (Acuerdo general sobre Aranceles Aduaneros y Comercio),
que ya no fue parte de Naciones Unidas, y que en 1995 formó la
Organización Mundial del Comercio, mientras que el Banco Mundial
(Banco Internacional de Reconstrucción y Comercio), cuyo presidente,
siempre un estadounidense, se convertía en un instrumento de
presión, para favorecer la política exterior de EEUU, al tiempo
permitía la penetración en los países en vías de desarrollo, de
las empresas y capitales estadounidenses. Eran los términos del
reparto, que aquella relación de fuerza se encargó de especificar,
y cuya materialización sigue estando vigente, con los retoques
imprescindibles, pero que ya no corresponden al momento presente.
Aquellos acuerdos
logrados tras la guerra, demuestran, en función de los tratados
suscritos, no solo el reparto, que correspondían a una determinada
correlación de fuerzas, sino que la actividad de reconstrucción del
mundo fue asesorada y orientada por EEUU, que se aseguró la
consecución de los objetivos por su participación en todos los
organismos internacionales.
Donde más claramente se
expresa la preponderancia de EEUU en la marcha iniciada fue en el
roll que jugó el FMI, facilitando la disposición de divisas
convertibles, pues en un principio, la disponibilidad de dinero
estaba sujeta a las aportaciones que las naciones habían hecho en la
constitución del FMI al reservar determinadas partidas de oro
constitutivas del Fondo y de su potencial actividad participativa, ya
que el numero de votos se determinó en la medida de la contribución
al fondo, entre otras. La actividad comercial se facilitó mediante
los Derechos Especiales de Giro, que no era otra cosa que el préstamo
de divisas entre los participantes del Fondo, de país un
excedentario de divisas a otro que careciese de ellas, siempre
supervisado por el organismo, y con la intención de estar a la
recíproca, cuando su situación se lo permitiera. Esta actividad del
FMI, facilitando instrumentos monetarios virtuales, terminó
de configurar al dólar como, prácticamente única moneda
internacional, sobre todo, tras la salida del dólar del patrón oro,
una verdadera colaboración, por la cual, las naciones
europeas, aceptaron las vicisitudes del precio del oro, hasta que
este dejó de ser la medida de valor de las monedas, prácticamente,
todas convertidas, por obra y gracia de la colaboración, ante el
temor, al comunismo, en monedas fiduciarias, pero sin embargo,
dicha colaboración permitió la recuperación, liberando, lo
más posible, las trabas comerciales y propiciando un incremento de
las fuerzas productivas que renovó la estructura económica del
mundo.
Esta colaboración en
el despegue de la reconstrucción se vio seriamente comprometida, y
más tarde, rota, cuando EEUU abandonó el patrón oro, y los bancos
de las naciones que tenían sus reservas en dólares, se
comprometieron a no exigir a EEUU los dólares por oro, -eran los
años de la guerra fría y el temor a la agitación comunista
aconsejaba ceder ante EEUU-, pero los productores de petróleo
querían recuperar sus beneficios y el encarecimiento de la energía
disparó la circulación de dólares y los de los productores de
petróleo, con una enorme cuantía de dólares -petrodólares- se
pusieron en circulación, siendo aceptados por los bancos europeos,
-eurodólares- generalizándose el flujo de dólares como única
moneda de reserva, pero por entonces, la economía se había
fortalecido, los movimientos populares, en ascenso, pretendieron una
mayor participación, pero la reconstrucción de la URSS, que no se
benefició de esta colaboración, impuso la consigna de la
coexistencia pacífica, y sus consecuencias en toda Europa fue el
abandono del análisis marxista, sustituido por el análisis
soviético, tan alejados de la realidad, como la burocracia,
alejada de la clase obrera.
A muy grandes rasgos,
este es el reparto del mundo vigente, hasta el momento presente, pues
las tensiones actuales, podrían asemejarse a un ajuste de aquella
relación de fuerzas, y como relación de fuerza, las tensiones
tienden a buscar el punto de equilibrio, y dicho punto gravita en
función de una fuerza, hasta ahora, desarticulada, dúctil y
maleable, la sociedad, que en cada momento de la historia, se ha
plegado a la conveniencia de la clase dominante, fuese esta la
aristocracia, o ahora, la burguesía, más exactamente, el capital
financiero.
AJUSTES EN LA RELACION DE
FUERZAS
Hice alusión, al
comenzar, a la espesura del capital financiero, entendiendo por
espesura la interpenetración de capitales norteamericanos
-entendiendo por norteamericano, al conjunto de países del
continente, Canadá y Méjico, en realidad, la interpenetración de
capitales es multinacional, porque todos están muy participados por
todos, -Japón incluido- pero, evidentemente, la potencia de los
capitales no son equiparables, pues entiendo por potencia, la
preponderancia del capital en el control de las industrias
determinantes -industrias de máquinas herramientas, industria
extractivas, y de la industria acaparadora de fuentes de tecnología
de vanguardia, que son las fabricantes de armas de destrucción
masiva (naval, aeronáutica), y las relacionadas con la energía
nuclear -acelerador de hadrones del CERN, franco-suizo, Fermilab en
EEUU, etc.,- dichos capitales, capaces de controlar empresas de tal
envergadura son los que componen el núcleo determinante que es el
estadounidense-europeo, y es precisamente el que atañe a Europa,
donde se manifiestan los desajustes más importantes.
Las clases sociales no
son homogéneas, no lo es la burguesía, como no lo es la clase
obrera, y mientras la burguesía, diré, busca la homogeneización
mediante la participación accionarial, de ahí el monopolio,
la concentración de capital, el superimperialismo, la clase obrera,
persigue la homogeneidad en el partido, enfrentado y enfrentando a la
burguesía y esta lucha -lucha de clases- no está reducida a la
huelga, a la protesta, sino que es cotidiana y total, de ahí, que en
los primeros tiempos, el socialismo tuviese publicistas -tenían
órganos de expresión, sostenido por las aportaciones de los
militantes y simpatizantes- que creaban opinión de clase, tan mal
vista por la pequeña burguesía, -era la que solía escribir en la
prensa burguesa
- y por supuesto, la gran
burguesía, situación esta, completamente diferente en nuestros
días, donde el intelectual discrepante, -el partido, en su acepción
militante no existe- en principio, argumenta su discurso con un
barniz técnico, para, a continuación discrepar, como si esa técnica
no formara parte de la visión global, y por lo tanto la
confrontación se vuelve manejable, de matiz, y en consecuencia, sin
capacidad de proyectar alternativa.
En esta situación es en
la que se desarrolla la batalla del euro, pues en cuanto en un
principio EEUU puso en marcha la especulación contra el euro por
interposición de las agencias de calificación, la deshomogeización
de las burguesías europeas en la participación de la construcción
de la Unión Europea, destapó la posibilidad de sacar ventajas unas
sobre otras y quien en mejor posición se encontraba, Alemania, tras
la reunificación, está tratando de imponer sus tesis, apoyándose
en el control del Banco Central Europeo -BCE- para lograr, cuando
menos un papel destacado, en lo que considera su mercado, Europa
hasta los confines con Asia, y este intento de ajustar la correlación
de fuerzas, pues un nuevo reparto está fuera de lugar, es lo que
provoca las tensiones existentes.
Toda zona de la
geográfica política, que la historia ha configurado a partir de las
relaciones económicas ha devenido en entidades regidas por un estado
bajo la dirección de una nación dominante. Ha pasado con las
naciones europeas -la dispersión del imperio romano, incapaz de
regir el territorio europeo, dio lugar a las nacionalidades europeas,
perdiéndose el idioma común, -latín- y la pobreza de medios
técnicos, y políticos hizo que las comunidades se atrincherasen
territorialmente en lo que más tarde constituyeron las naciones
actuales- y es observable en otros territorios del planeta, pero la
diferencia en el momento actual la marca la potencia de las fuerzas
productivas (cuya principal vía de aplicación es la industria de
guerra), y esta increíble potencialidad es la que ha vuelto obsoleta
la economía nacional, toda vez que la interpenetración de los
capitales ponen en manos de los mercados una capacidad de
decisión ajena a los instumentos políticos, que son los que
articulan la convivencia social.
Esto significa que el
territorio europeo, en los hechos funciona como un mercado
dependiente de múltiples legislaciones, porque cada burguesía se
siente amenazada y disminuida si Europa fuese gobernada por un
gobierno único, por eso, la crisis económica abierta por la quiebra
del banco estadounidense, - Lehman Brothers- dio un salto cualitativo
cuando el complejo militar industrial, exportó
la crisis vía agencias de calificación, en la batalla del
euro, y esta, salta otra etapa cualitativa cuando se plantea la
necesidad de intervención del BCE en la compra de deuda de los
países atenazados por la especulación financiera, en contra de la
opinión de la burguesía alemana, siendo pasos en los que las
diferentes burguesías europeas, tratan de ajustar la correlación de
fuerzas, eludiendo la opción política de plantear la construcción
de los Estados Unidos de Europa, porque esta opción, que habrá de
acometerse, sellará la fecha de caducidad del capitalismo, en todo
el mundo.
Lamentablemente, en un
momento como el actual, con unas posibilidades inmejorables, la
carencia de una política de clase capaz de recoger esa percepción
internacional, de gran parte de la sociedad, consciente de estar
manejada por los bancos, demorará cualquier tipo de solución
positiva porque la falta de ambición política de las direcciones
políticas de izquierda no atreviéndose a plantear que el capital,
los mercados, deben estar
regulados, imposibilitan, colaborando por omisión, el afloramiento
de la montaña de dinero que suponen los billones de euros ocultos en
los paraísos fiscales, y las energías se consumen entre si estar o
no en el euro, pero sin ser capaces de imaginar una alternativa,
cuando la situación cambiaría radicalmente si una dirección, un
partido, encabezara una campaña por la erradicación de los paraísos
fiscales, demandando transparencia fiscal y justicia impositiva para
los que eluden y más aún para los que abiertamente, defraudan,
exigiendo la construcción de los Estados Unidos de Europa, con
nuevos acuerdos y tratados que recogieran la demanda de justicia
social, que la sociedad espera.
Mientras
esto no suceda, no habrá una correlación de fuerzas capaz de
alterar el statu quo, toda vez que la actual prueba de fuerza, que se
ha trasladado de Estados Unidos a Europa, supone un ajuste, en una
maquinaria incapaz de rendir beneficio para la sociedad, y toda la
potencialidad del modo de producción se disipa en el funcionamiento
interno porque variar la relación de fuerza de aquel reparto del
mundo, implica poner en marcha una fuerza, que históricamente, ha
sido siempre la que ha pagado el coste de los cambios con su vida,
que actualmente empieza a ser consciente preguntándose ¿Quienes son
esos mercados, que no
se presentan a las elecciones, ante la que los gobiernos elegidos se
someten? Los dirigentes políticos que se atrevan a señalar con el
dedo al capital financiero -los mercados-
se habrán echado una gran carga sobre sí, pero habrán abierto el
camino para un cambio de tiempo histórico, que muchos estaremos
dispuestos a compartir, por el bien común.
jmrmesas
07
de septiembre de 2012