CONSIDERACIONES ECONÓMICAS
Que
los momentos actuales son pronosticadores de serias consecuencias que
transformaran la base de la sociedad en su conjunto se puede
conjeturar oyendo, viendo o leyendo a reconocidos autores,
divulgadores u opinantes tertulianos hablando acerca de la
distribución de la riqueza o de qué cosa es la explotación, para
señalar con el dedo a la desigualdad que genera pobreza.
Para
gente que se preocupa por entender qué es lo que pasa y por qué
pasa, las cosas pueden ser claras, pero hay una enorme masa
ciudadana, demasiada absorbida por las crecientes dificultades de la
propia subsistencia como para ahondar en los problemas de la
política, y aún más, de la economía, y es ahí donde echo de
menos la labor esclarecedora de las organizaciones de la clase
trabajadora, que podrían aportar luz al entendimiento.
Si
leo en un periódico
cuantas clases de explotación existen, mi percepción me alerta, y
si ahondo en su lectura encuentro desacuerdos que desde mi
perspectiva de lector de Marx, me indican que el autor que explica
cuantas clases de explotación existen tiene una perspectiva
diferente de la mía. Explotación es todo el exceso obtenido
(plusvalía) que se apropia el capital después de descontar el
precio de la fuerza de trabajo y de descontar el coste de los
desgastes producidos en los medios de producción. Todo lo que
queda después de esos descuentos es la plusvalía
que se queda el capital y que supone su exclusivo beneficio:
trabajo no pagado. De ahí las diferencias enormes y
escandalosas entre la subsistencia del trabajador y la
opulencia del capitalista. Que alguien prestigiado y con los
conocimientos necesarios argumente de otro modo me indica que se hace
eco de los temores del ibex35 porque hablar de explotación sin hacer
mención de la propiedad privada de los medios de producción, sin
cuestionarla, siquiera de refilón, me parece una concesión a las
presiones del ibex35.
Estas
cosas empiezan a tener peso específico, es decir, a tener valor en
sí mismas, porque el sistema capitalista se haya en una crisis que
es más importante que en otras épocas porque (en
mi profana opinión) la fuerza de trabajo pierde relevancia
aceleradamente (políticamente,
porque los sindicatos limitan su función a la mera negociación y
descuidan las labores ideológicas, organizativa y política, y
económicamente, porque la automatización, la robótica y la
inteligencia artificial amenazan
a la clase trabajadora), el dinero se desliga de la
producción, y se cuestiona la capacidad de los bancos
para crear dinero, algo que bendijo
la ley del primer ministro de la era victoriana, Robert Peel, en
1844, que reconocía la potestad de la banca para utilizar los
depósitos bancarios sin restricciones —hay que considerar la
importancia de la banca inglesa en los comienzos de la
industrialización, que sirvió de referencia al sistema bancario
mundial, y que hace unos meses tuvo una respuesta concreta cuando los
ciudadanos suizos
consultados, refrendaron el privilegio de la banca suiza a
contabilizar los prestamos como capital, es decir, crear dinero, sin
respaldo—, la cuantía de la deuda mundial se profundiza y una
agencia de calificación
de riesgos,
MOODY´S, advierte del riesgo de rebaja de la calificación de la
deuda del mundo que estima en 246,5 billones de dólares, y cómo no,
… ... la culpa es de los populismos
que incendian en mundo, y aunque menciona a Reino Unido, Hong Kong y
Sudáfrica, se puede continuar con buena parte del continente sur de
América, Chile es el ejemplo más elocuente de lo que significa el
hartazgo del latrocinio al pueblo trabajador, por sus burgueses
atrincherados en el gobierno y en las fuerzas armadas.
Pero
los populismos
resisten y persisten en Iraq, Libano, Yemen, porque las condiciones
lastimosas de subsistencia de los pueblos populachados, se basan en
ese efecto pernicioso efecto resultante de las continuas emisiones de
dólares —flexibilización cuantitativa— que llena los bolsillos
de los grandes bancos y empresas, mientras los más necesitados ven
menguar sus ingresos porque el dinero se devalúa continuamente.
Actualmente
debemos interpretar por populismo la
antigua diatriba contra los socialdemócratas, comunistas y
anarquistas y que ahora encarna el populismo porque
hay que tratar con mucho tacto a los actuales agentes del capital
enquistados en las organizaciones y partidos obreros. No es
políticamente correcto, pero esta cortesía política no
es inofensiva. Forma parte de
la estrategia de la desinformación
del sistema que oculta su proceder enmarañando su funcionamiento,
por eso echo en falta la labor ideológica, educativa, organizativa y
combativa de las organizaciones obreras, porque la próxima crisis no
será más que la continuación de la del 2008, acompañada de un
brutal hundimiento del dólar, la referencia del mercado mundial,
porque las potencias perjudicadas, no tolerarán su pérdida de
poder, porque tienen que responder ante unas demandas cada vez más
apremiantes de sus respectivas sociedades.
Los
nuevos desafíos que suponen la emisión de monedas virtuales
encierran un mensaje que
trasciende el poder de los individuos
—Nakamoto/bitcoin— i
empresas —Facebook/libra—
que indicarían la
incapacidad del sistema para acoger un nuevo desarrollo armónico de
las fuerzas productivas,
porque una sociedad que poseyera capacidad de fabricar cosas sin la
intervención de la fuerza de trabajo, no tendría sentido
(enriquecimiento mediante la explotación), impedida de subsistir, no
podría subsistir sin la incorporación de la inteligencia humana, de
las potencialidades humanas que enriquecerían a la humanidad para
entender el sentido del universo, si es que esconde un sentido.
Responder
este tipo de problemas es decisivo para desbloquear la situación
actual porque la izquierda carece de objetivos. Los
perdió cuando claudicó ante los bernstein que
siempre se ocultan en las organizaciones de la clase obrera para
pudrirlas desde dentro.
La izquierda, desde su inicio histórico se distinguió por su
espíritu de búsqueda de la justicia
social, de solidaridad.
En
España, el proceso de las constantes elecciones indican que una
mayoría social está cansada del robo y de la desconsideración que
la burguesía, su gobierno, su Estado, su Rey, hacen gala. Carecen de
la sensibilidad para hacerse cargo de los padecimientos soportados
por el pueblo trabajador, y esto es lo realmente importante: una
mayoría social, que a pesar de todas las trapacerías de sus
burgueses gobernantes quiere otro tipo de gobierno que atienda las
necesidades de ese pueblo trabajador.
Si las organizaciones obreras, partidos y sindicatos no se esfuerzan
por explicar a ese pueblo trabajador la superchería que consiste en
reducir la economía a vivir un poco mejor, sin desvelar que vivir
con la opulencia con la que viven los burgueses la determina la
capacidad de apoderarse de toda la plusvalía, de todos los recursos,
de expropiar constantemente la vida del planeta, sin más objetivos
que impedir que las mayorías esquilmadas puedan acceder a su
herencia común, porque ningún Dios les otorgo la tierra en
propiedad, entonces los demagogos populistas, los fascistas que se
disfrazan con nombre de diccionario —Vox— y sus monaguillos
cobardes —PP/C´s— encontraran su momento para quitarse la piel
de cordero. Exigir ese gobierno debe ir acompañado de la necesaria
movilización ciudadana que de la palabra a un pueblo cansado de
esperar, y las organizaciones obreras deben tomar la palabra.
jmrmesas
dos
de diciembre de dos mil diecinueve
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