155 REGRESO AL PASADO
Cuando expertos de todo tipo valoran el
articulo constitucional 155 como un mero problema de convocatoria
electoral, creo que desestiman el momento histórico en que va a
tener lugar el proceso de cambio político más importante que se
dará en Europa en el sensible sur del continente.
Envueltos en una falsa apariencia de vuelta a
la normalidad constitucional, el Partido Popular pretende una
regresión al franquismo por la puerta de atrás, como si la
normalidad constitucional no hubiese sido rota y escarnecida durante
décadas por el latrocinio del dinero publico organizado desde el
Estado y su cúspide, por el partido que se arropa
con los compinches de Ciudadanos y la terrible falta de discurso
político del Partido Socialista Obrero Español. Como muestra,
mientras que Iceta trata con Puigdemont, Pedro Sanchez se desdice de
toda la batalla dada por reconducir el socialismo ibérico, volviendo
a la casilla de salida. Probablemente, el No es No que le llevó a
abandonar su escaño parlamentario se lo dictó su orgullo herido,
que no su compromiso con los valores que
la sociedad española esperaba de los políticos de izquierdas,
en las últimas elecciones legislativas, ¿acaso el problema catalán
no ha venido siendo orillado porque a la izquierda enfrentar la lucha
por los intereses del pueblo trabajador le venía grande?
Sí, le ha venido grande porque todos los
enfrentamientos con los herederos del franquismo se estrellaron en
todos los intentos iniciales (años 83,84) de los colectivos
sociales, en los años posteriores a la constitución, hoy rebasada
por los acontecimientos, cuando se empezaron a reivindicar a las
victimas del franquismo que yacían en las cunetas, y que cuarenta
años después esa constitución del 78, aun siguen en ellas en
muchos casos.
Le ha venido grande, porque todos los derechos
sociales, todas las libertades democráticas han sido limitadas por
reglamentos hinbidores que hacían de ellas objetos de difícil uso.
Le ha venido grande porque cuando los sucesivos gobiernos socialistas
y posteriores de los populares, malvendieron los patrimonios
industriales de las empresas pública estaban socavando los cimientos
del pueblo trabajador para beneficiar a los amigos y compañeros de
pupitre. Porque se compraron a los sindicatos para mantener a los
obreros controlados. Porque no se reconoció la heroica lucha
militante de la clase trabajadora de sus mujeres y hombres que lo
mismo eran despedidos y encarcelados, y a veces asesinados, porque la
reconciliación solo iba en un solo sentido. Porque nunca se
restituyeron los patrimonios sindicales expropiados a los partidos y
sindicatos por el golpe fascista del 39. Todo ello fue minando,
desanimando la lucha social, las asociaciones vecinales, de barrios y
fábricas porque nuestra entrada en Europa terminaría
solucionando esos problemas.
El resultado, como se está viendo, no ha sido
ese porque mientras tanto la burguesía, a escala internacional, ha
ido estrechando su campo de operaciones, y el planeta se le ha
quedado pequeño, es decir, la internacionalización de las
fuerzas productivas ha ido estrechando los mercados – como el
presidente de la Comisión Europea expresa con su propuesta de
centralizar funciones –, pero el peligro de dar a esa propuesta un
estatus político, que uniría a una ciudadanía europea,
ahora estabulada en los actuales Estados nacionales, se
opta por la, aparente independencia, que a escala económica es
falsa, porque son los mercados – grandes grupos bancarios e
industriales – los que tienen el control real de las naciones,
porque la moneda común, el euro, es una moneda subsidiaria de la
moneda que regula el comercio mundial, el dólar de USA, que
además utiliza a Europa como pieza de ajedrez, en la
confrontación que el núcleo de la burguesía de EEUU, el
complejo militar industrial tiene con un Estado europeo, Rusia,
presionándola sembrando el territorio europeo de armas nucleares,
que apuntan a un Estado europeo, en este juego peligroso.
Estas y otras muchas razones me llevan a
valorar que el momento político mundial es muy movedizo, y como en
todo este tiempo político, la burguesía española, conectada por
esos lazos que tejen los intereses económicos, ha comprendido la
necesidad de reducir las posibilidades de maniobra de la ciudadanía,
amparada en esa campaña internacional orquestada desde los thinktank
estadounidenses de endurecer las restricciones de los pueblos,
viendo la ocasión de solucionar los problemas que viene arrastrando,
ante la falta de concreción de la izquierda. Las medidas tomadas hoy
en el consejo de ministros supone, no solo una suspensión de la
autonomía catalana, supone un aviso a la sociedad española, que
quien interpreta la ley no son los jueces sino el ejecutivo, que la
emplea a su conveniencia, y si eso está siendo así, de hecho,
un gobierno minoritario, cuestionado y cuestionable, estaría
poniendo punto final a la constitución que dice defender, porque en
realidad, lo que se persigue es un regreso al pasado,
un regreso al franquismo disimulándolo de regresar a la normalidad
inexistente, a menos que el latrocinio sea la norma política.
Si esta interpretación fuera cierta habríamos
de entrar en un proceso constitucional, y de entrar ahí, en mi
discutible opinión, desde luego, la forma del Estado, de ninguna
manera debería ser la monarquía, habría de ser una República
Federal que garantizara las libertades democráticas y el
derecho de los pueblos.
jmrmesas
veintiuno de octubre de dos mil diecisiete
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