LA
PARADOJA DEL GIGANTE
SE
TRATA DE CUESTIONAR EL CAPITALISMO Y NO DE SALVARLO
Varoufakis
es no solo un economista reconocido y brillante; así le califican
sus pares, sino además, un pensador comprometido con una sólida
cultura, un gigante, que emulando a Hércules, debe limpiar las
finanzas griegas para cumplir los compromisos electorales. Su
capacidad y formación le permiten desenvolverse en las reuniones,
con la troika y en salones de conferencia pero los recursos
intelectuales no bastan cuando, de lo que se trata es de cambiar la
condición primordial de un sistema, que se ha desarrollado hasta el
límite para someter y explotar a la naturaleza, utilizando a los
seres humanos, generadores de plusvalía.
Su
reciente artículo, “Una
agenda para Europa” comienza remitiéndonos a un
texto, en el que el autor (N.Kaldor)
avisa de la imposibilidad de lograr una unión política solo por el
hecho de facilitar una previa unión monetaria, queriendo resaltar
como no ha valido de nada una decisión administrativa sin haber
echado, primero, los cimientos estructurales de una unión política.
De este análisis, del que no se extraen conclusiones, Varoufakis
trata de corregirlo proponiendo una suerte de cohesión sobre cuatro
puntos – europeización descentralizada –, la define, que serían
administrados con criterios comunes, en una práctica que vendría a
magnificar el error que él señala en la introducción de su
trabajo, porque se elude, siquiera sea como un supuesto teórico,
entrar en definir los límites del capital financiero. Creo que esto
se podría denominar una hipérbole, porque la europeización
descentralizada no está definida con los criterios políticos
suficiente como para no dejar de ser una decisión administrativa,
que él comienza por reconocer citando la autoridad de un teórico.
Si
hay alguien capaz de discutir con ventaja con los políticos de
Bruselas, si hay alguien con autoridad profesional e intelectual
capaz de entrar en el retorcido lenguaje de la economía de los
mercados, sin lugar a dudas, ese es Varoufakis, un profesor
universitario que enseña en lugares tan dispares, pero emblemáticos
como Grecia y Estados Unidos, y la izquierda radical europea,
galvanizada por SYRIZA y espoleada por el efecto PODEMOS haría muy
bien en tomar nota que ese lenguaje no es el que hay que utilizar
porque de lo que se trata es de comprender que el poder de los
mercados, el poder del capital financiero internacional ve un
peligro letal para su supervivencia un Estados Unidos de
Europa, colofón del artículo del intelectual y militante
Varoufakis.
EL
MUNDO EN METAMORFOSIS
La
izquierda radical europea tiene en España la apuesta más probable
de seguir los pasos iniciados en Grecia por SYRIZA, pero ahí termina
la semejanza, porque desde el mismo momento en que SYRIZA se hizo
cargo del gobierno, todo un dispositivo negociador se puso en marcha
para hacer fracasar al nuevo gobierno, en el que los mercados
veían emerger el peligro de una contestación social,
necesariamente, enfrentada a la extrema libertad de la que gozan los
negocios, la circulación del capital, libre para especular donde se
tercie y con lo que se presente, si hay beneficio.
El
agotamiento del modo de producción de mercancías dejó de ser ,
casi desde los albores del pasado siglo, el medio eficaz de
desarrollar las fuerzas productivas haciendo progresar al conjunto de
la sociedad, y hoy, se puede decir sin temor a ser tildado de
demagogo que el empobrecimiento social que se extiende en la casi
totalidad de los países desarrollados industrialmente es una
consecuencia buscada por el capital financiero internacional para
someter a las naciones, a los pueblos, imponiéndoles condiciones que
limiten el acceso de esos pueblos a la cultura, al ejercicio de los
derechos ciudadanos que definen la soberanía de la sociedad, o dicho
en el lenguaje moderno, que
impiden el empoderamiento
de los pueblos, para que
los gobiernos los dirijan como tropa disciplinada.
La
europeización descentralizada
con la que el militante ministro de economía griego – Varoufakis –
concluye sus medidas, un programa para mitigar el hambre y la pobreza
es en sí mismo el reconocimiento de la contradicción antitética
entre las medidas administrativas que propone y Estados Unidos de
Europa, ya que este último es imposible de realizarse sin una lucha
política abierta contra los mercados, contra el capital financiero
internacional y que Varoufakis señala en su artículo cuando
menciona la necesidad de inversión, gran cantidad de inversión en
Europa, mientras que ella misma rebosa de ahorro oculto.
Los
entresijos sociales, en las principales naciones desarrolladas, se
agitan y convulsionan porque agobiados por un manto de leyes inicuas,
leyes infames que benefician a los poderosos, tratan de romper un
corsé que impide la vida. Sin querer, casi de rebote, han empezado a
aparecer ante la sociedad organizaciones que muestran las lacras, las
injusticias, la desigualdad perversa que los poderosos mantienen como
garantía de su poder. Ahí están el international consortium of
investigative journalists – icij
– destapando el
negocio de los paraísos fiscales, o arquitectos e ingenieros para
averiguar que ocurrió, y por qué, con el derribo de las torres del
WTC de Nueva York – rethink911
– y sobre todo una organización casi de caridad, pero cuyos
informes expresan cabalmente el origen de las lacras e injusticias,
del crimen, de la desigualdad, del hambre y la pobreza – Oxfan
–,
informes que gracias a un lenguaje alejado de tintes militantes,
demuestran la naturaleza acaparadora y expoliadora del poder de los
dueños del mundo.
Son señales que evidencian que debajo de la apariencia hay una
sociedad viva que no concuerda con la sociedad oficial, y es este
impulso interno al que hay que dotar de expresión política para
construir un nuevo modo de hacer economía. Que Europa progrese y que
la Unión Europea no se deshaga carcomida por las contradicciones
nacionalistas requiere luchar abiertamente por la unidad de Europa, y
esta unidad es imprescindible que sea acordada, debatida, impulsada
conscientemente por la izquierda radical europea, que es lo que desde
este modesto cuaderno de apuntes se propone, en vez de reformar un
capitalismo empobrecedor.
SYRIZA, y a renglón seguido, PODEMOS, decidió catalogarse como
socialdemócrata, entendiéndose con ello el intento de recomponer la
ideología socialista rota en los comienzos de la primera guerra
europea, y este impulso podría estar lleno de promesas venturosas si
los militantes honestos que desean llevar adelante mejoras que
permitan el empoderamiento de los pueblos se fijan menos en
los resultados electorales inmediatos y más en acordar un conjunto
de medidas comunes tendentes a facilitar el encaje de las
contradicciones presentes en Europa.
España es el ejemplo nefando de una sociedad en descomposición que
muestra esa podredumbre porque lo importante es hacer negocio al
precio de pasar por encima de una ciudadanía, a la que se la pisotea
mientras se le extraen los jugos vitales dejándola agotada; mirando
con cierto distanciamiento veríamos que el sistema, en su conjunto,
en el orden internacional, es esto lo que exuda: corrupción
indiscriminada. Lo demuestran la sarta de fraudes bancarios
aparecidos casi de continuo con el comienzo de la crisis, en Suiza,
Reino Unido, USA, etc., lo demuestra, en ese mismo orden de cosas,
como la industria más puntera y floreciente son las industrias
ligadas a la fabricación de armas; cómo este proceder ha ido
carcomiendo los instrumentos que controlaban la producción y los
negocios, dejando inservibles, para la sociedad, las finanzas, el
sistema monetario, porque el criterio de funcionamiento pasó de ser
regulado por las instituciones internacionales, a ser dictado por
Estados Unidos, en manos de los dueños del complejo militar
industrial, un mundo, en el que a penas ochenta personas poseen casi
la mitad de la propiedad mundial, y a esto hay que ponerle límites,
y si en las reuniones internacionales, si en los salones donde se
conferencia con el retorcido lenguaje de la economía, si en la
troika reunida en Bruselas, un ministro militante, un gigante
intelectual, preparado y capaz no pone sobre el tapete esta realidad
ominosa, no se esta haciendo uso del lenguaje adecuado, porque se
falsea la realidad, y el ahorro ocioso europeo, rebosante – en la
cualificada opinión del autor de la propuesta de la europeización
descentralizada –, en realidad el producto del latrocinio acelerado
al que hemos sido sometido, con la aparición de los paraísos
fiscales, en 1949, entonces ese ahorro seguirá ocioso, o se
invertirá en la industria ligada a la guerra, o en proyectos, que
poco o nada, benefician a los ciudadanos, que pasan hambre, frío,
penurias, en medio de una sociedad culta, industrializada, preparada
y capaz, pero que tuerce la cabeza para no mirar la injusticia y el
daño causado, para someter y controlar.
UNA ECONOMÍA SOJUZGADA Y SOMETIDA
No deja de ser paradójico, incluso, irónico, que el certificador de
la división del socialismo, de la socialdemocracia, en España,
Fernando de los Rios, cuando rindió informe al Partido Socialista
Obrero Español, después de llegar de Rusia y haber conversado con
Lenin, sea el que, en mi opinión, defina con mayor claridad el
dilema entre sociedad y economía, cuando sentencia sin ambages
economía libre significa hombre esclavo; hay que tener
sólidas convicciones para expresarse en unos términos, que no dejan
lugar a dudas (recordaré que esa frase no fue dicha en el informe
que supuso la división de socialistas y comunistas), y que centra la
disyuntiva a cerca de la libertad de empresa, y dado que se trata de
evitar la descuajaringación de la Unión Europea, para impulsar,
apoyándose en ella la consecución de los Estados Unidos de Europa,
empresa que requiere coordinación y fuerza no está demás
reflexionar acerca de lo bien que el capitalismo ha estructurado su
organización, tejiendo una red de organizaciones oficiales,
institucionales y extra oficiales, privadas, donde donde tomar
acuerdos. Nada hay en la izquierda, comparable a la conexión que el
capital financiero mundial tiene articulada para soportar los embates
más inesperados, y mientras la izquierda no entienda esa necesidad
de articulación, la lucha política se convierte en un galimatías
en el que todos parecen decir lo mismo.
Reconstruir el socialismo, recomponer el espíritu de la
socialdemocracia significa iniciar un debate fraternal entre las
diferentes sensibilidades que recorren el movimiento obrero, el
movimiento ciudadano, acerca de que concepto, que intereses son
inmediatamente exigibles, defendibles e inaplazable, mientras se
perfilan los contornos capaces de contener la producción, la
economía, las finanzas, a la luz de las nuevas fuerzas productivas,
ya netamente internacionalizadas, mundializadas. Sería deseable y
netamente fortalecedor que SYRIZA, acompañada de la izquierda
radical, sobre todo, de la izquierda europea se dirigiera a los
ciudadanos de la Unión Europea (no solo a los salones de banqueros
y funcionarios) para explicar como impulsar esa meta, los Estados
Unidos de Europa, y en ese impulso – al que no podrían sustraerse
ni Izquierda Unida, ni Podemos, ni siquiera el PSOE –, explicar en
que consistiría esa europeización descentralizada, cómo los
ciudadanos pueden tomar parte en el diseño de las medidas
económicas, y no que estas queden en manos de expertos, que como
demuestra la historia, terminan apoderándose de los beneficios
generados colectivamente y privatizandolos para uso personal. Los
Estados Unidos de Europa no pueden ser realizados sin que un núcleo
de la izquierda europea se sobreponga al griterío nacionalista, con
que la que el capital financiero internacional nutre los movimientos
fascistas – Ucrania – y tome partido, abiertamente, por construir
la nación europea, dejándose en la batalla todo el esfuerzo
necesario, porque, de otra manera, no será posible armonizar
contradicciones.
Un mundo nuevo y mejor, un nuevo orden económico, un nuevo modo de
producción no será posible sin que la izquierda apueste firmemente
por la unidad de Europa, por los Estados Unidos de Europa.
jmrmesas
dieciocho de marzo de dos mil quince
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