UNA CUESTIÓN INCOMODA
ABORDAR EL BALANCE DEL FRACASO DEL SOCIALISMO REAL
O
ESTAR OBLIGADOS A CALLAR POR CARECER DE POLÍTICA
El debate suscitado en Berlín entre el gobierno merkeliano y Die
Link, rápidamente resuelto en torno a la disolución de la RDA,
evitando adjetivar la desaparecida República Democrática, encierra
el ser o no ser del comunismo, es decir, del rol que los partidos
comunistas, quieran tener en el panorama actual, pues no puede ser
más triste el panorama de esta, auto disuelta internacional,
condenada al ostracismo, o cuando menos a tener que cubrirse con
ropajes de camuflaje, caso de Izquierda Unida, por no atreverse a
sacar, públicamente, las conclusiones de una etapa histórica, llena
de adquisiciones notables, pero con un balance terrible por no haber
sido consecuentes hasta el final.
El señor Gregor Gysi, tiene, evidentemente, un balance de esa etapa,
como cualquier militante, mínimamente informado, tiene el suyo
propio, pero lo verdaderamente fundamental de tales balance, no es
que se tenga – no se puede hacer política, careciendo de criterio,
a menos, que estés en política para forrarte, en cuyo caso, mejor,
no tener ninguno, y esto no es aplicable a los cientos de miles de
militantes obreros, que siempre pusieron más, porque luchaban y
luchan por objetivos comunes –, sino que el balance personal sea
contrastado orgánicamente, que orgánicamente se obtengan
conclusiones sobre donde radicó el fallo, y que debió de haberse
hecho para evitar tan terrible consecuencia, y aquí, es donde está
el núcleo fundamental del balance, pues, ni Die Linke, ni los demás
partidos comunistas han abordado tal balance, y mucho menos, hecho
públicas, las conclusiones, de haberlas.
Este hecho es de vital importancia, en el momento presente, porque
según mi propia valoración, el modo de producción de mercancías
se ha especializado en dos únicas mercancías de uso exclusivo de la
élite que maneja el capital financiero, y estas son la industria de
las fuerzas destructivas, industria armamentista, manejadas por
complejo militar industrial y la creación de dinero ficticio, es
decir, sin valor de uso para la sociedad, disparando la especulación,
como forma de producir ese dinero vacío, y esto unido a unas
fuerzas productivas que eliminan de la producción, cada vez, a mayor
cantidad de fuerza de trabajo, es lo que ha producido una crisis
económica, que por sus características intrínsecas no es una
crisis más, es la crisis, es decir, el evento cuya resolución
alumbrará un cambio social, a partir del cual, el sistema habrá
mudado toda la fundamentación que sustentaba al modo de producción
de mercancías, de tal modo que sin una respuesta social, contra este
modo de producción, no será posible más que un retroceso terrible,
porque ese retroceso será producido por una guerra en el continente
europeo.
Tal es la importancia del debate, que se oculta, que oculta la
izquierda, cuando no quiere plantearse, organizadamente, que fue lo
que acabó con la URSS, y las repúblicas populares.
Entiendo muy bien que en un momento de esperanza alumbrado por el
ascenso electoral de Podemos, sacar el tema de un balance terrible y
que es terrible por la expropiación teórica, social, política, y
fundamentalmente, económica, de la élite, de la dirección obrera,
que en principio, tenía la confianza del pueblo revolucionario, es
un serio obstáculo, precisamente porque siempre se dejará la
iniciativa de sacarlo, al enemigo de clase, al enemigo político, que
presentándose como un demócrata pretende colar que todos
defendemos lo mismo, cuando es radicalmente mentira.
La democracia como modo de hacer política es desigual y tendenciosa,
porque no es la misma democracia la que defiende el banquero, un
poder en si mismo, que un trabajador. No tiene la misma libertad un
burgués que un obrero; ni en el plano económico, ni el el plano
político, ni el el plano cultural, por tanto cuando un poderoso dice
defender la democracia, defiende su, democracia, la forma en que su,
clase entiende su, libertad, su, democracia, su, ley, sus, derechos,
que nunca son equiparables a los del ciudadano corriente, y esto es
muy arduo defenderlo, porque no es cómodo, es retorcido, y
defendible solo cuando se tienen las ideas muy trabajadas, y para
estos previos, sin un partido revolucionario internacional, es una
tarea gigantesca, por eso toda la saña, toda la vesania de la
burguesía, del capital financiero mundial se vuelca contra el
comunismo, porque la lucha por la democracia obrera no es equiparable
a la democracia burguesa, porque entre ambas están los intereses
materiales, de clase; quien se beneficia del producto social y en
que medida.
Han hecho falta cien años para que un radical de izquierdas diga que
los
partidos socialistas se han vuelto del lado del capital,
han hecho falta cien años y dos guerras mundiales desarrolladas en
el continente europeo, para que algunos empiecen a darse cuenta que
en Europa hay más caniches de Washington que Sarkozy, y que, en
realidad, no son tales, sino consecuentes ante una ciudadanía que va
tomando consciencia de su orfandad política, mientras tantea medios
para organizarse, pues esto es el superimperialismo, y acabar con el
será el alumbramiento de un nuevo orden social, que no será
dirigido en concreto por ninguna superpotencia, y si lo fuera, no
sería un nuevo orden social sino el viejo orden social, con un nuevo
ropaje.
En un país podrido como es España, donde la élite burguesa se
mantiene porque toda la gobernanza está podrida, el reciente
caso de las tarjetas negras, en la que una fracción de los que hacen
posible tal gobernanza tenía libre disposición de crédito,
enjugado y enjuagado como error como errores contables, los
implicados, culpables sin paliativos, no son los principales
culpables que hicieron uso de esas tarjetas, sino quienes ponen esos
intrumentos a disposición de los corrompibles, pero la trampa no es
solo buscar culpable en los usuarios de tales medios, ni siquiera en
la empresa que puso el instrumento en manos de los corrompibles, sino
entender que tal hecho, conocido por las instituciones oficiales es
un instrumento institucional para asegurar un funcionamiento fluido
del sistema, y contra esa trampa, solo se puede luchar si un partido
tiene un balance de lo que ha supuesto la lucha de clases, desde la
traición de la socialdemocracia mundial votando los créditos de
guerra, hace cien años, y que ahora, un radical de izquierda dice
que los partidos socialistas se han vuelto del lado del capital,
cuando eso ya era conocido, pero sigue silenciándose, porque existe
la falsa idea de ir todos juntos, pero sin programa, y el programa,
sin balance es un programa retocable, o dicho en términos populares,
recortable.
EL BALANCE
La clave del cambio del modelo de sociedad está en entender que esta
crisis no es coyuntural sino estructural, que no saldremos de ella
como se ha salido de otras anteriores, es decir, sin tocar la
estructura de la propiedad y por tanto el poder, porque como dice
Marx (GRUNDRISSE, tomo 2,– Contradicción entre la base de la
producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo.
Máquinas, pag. 227,228 editorial siglo xxi), al acortar la magnitud
del tiempo de trabajo, y actualmente se acorta drásticamente de año
en año se derrumba el fundamento de la producción de mercancías
porque el proceso de creación de valor de uso, se independiza de la
fuerza de trabajo, y este proceso es el detonante que hace
movilizarse a la sociedad, en la búsqueda de respuestas. Esta es la
percepción del actual proceso político, que sostengo desde este
blog, con fortuna incierta. De ahí, la importancia del enfoque con
el que hay que abordar las tareas políticas actuales. Si no se
entiende así, se buscaran respuestas coyunturales, sea para los
desahucios, el empleo, la democracia, etcétera, y entonces, se irá
diluyendo la fuerza porque no se habrán tocado los fundamentos del
sistema, ya que los dirigentes, optando por la vía de la menor
resistencia, no plantearán, ante la ciudadanía trabajadora la
necesidad de tener voz y voto en el proceso económico – qué hay
que producir y para qué –, pues este derecho ha sido expropiado
por la burguesía, al conjunto de la sociedad, invocando el derecho
de propiedad.
En tiempos de la URSS, las tareas de la revolución se aparcaron
porque había que defender el socialismo en un solo país (no puede
existir el socialismo en un solo país porque el socialismo es el
inicio de un nuevo modo de producción, y un modo de producción, con
unas fuerzas productivas mundiales solo puede ser un modo de
producción global, y es eso, o retroceder a las cavernas), cuya
práctica política era la coexistencia pacífica, y eso
suponía tiempo para que los burócratas fueran comiéndole el
terreno a la sociedad, a la dueña de los instrumentos de producción
y de cambio, mientras se transferían las riquezas sociales a las
cuentas privadas de los burócratas que terminaron convirtiéndose en
los neoburgueses – púdicamente, oligarcas –, y ese balance
histórico es el fracaso del socialismo soviético; hoy, ese balance
equiparable es el que defiende este blog, es decir, las tareas
políticas han de estar recorridas por la necesidad de explicar que
el sistema no tiene continuidad porque está agotado, y la solución,
desde la óptica del superimperialismo euro-estadounidense es el
sometimiento de todo el planeta a los dictados del poder fáctico que
emana de las 147 empresas que controlan la economía mundial, y eso
es así, al precio de ir a una guerra, hecho este, en el que la
ciudadanía trabajadora mundial perdería porque sin una dirección
revolucionaria, perderían referencias, carentes de ideología serían
carnaza del sistema renacido y de sus ideólogos, sería el
predominio del terrorismo de Estado.
Que la situación sea favorable para la ciudadanía mundial solo
puede venir de una política tendente a movilizarla como una fuerza
independiente de los criterios burgueses, y a eso responde la lucha
contra las condonaciones de las deudas nacionales (los dueños de las
deudas suelen ser los banqueros nacionales), la lucha, organizada,
contra los paraísos fiscales, santuarios del terrorismo económico
contra los pueblos, la lucha por el gravamen prgresivo y la
publicación de las finanzas y las fortunas, la lucha por una medida
de valor – moneda – mundial, la lucha contra las expropiaciones,
impulsando lo público, evitando las privatizaciones, sanidad,
enseñanza, cultura, todo lo que hace a una persona, consciente y
capaz, posibilitando tomar opciones conscientes. Todo eso puede ser
acelerado si la izquierda radical europea se organiza en torno a un
mínimo programa común, entendiendo esto como parte consciente del
conjunto social que estará poniendo las bases de una nueva sociedad.
El agotamiento del sistema no es una invención personal. El
agotamiento se mide por el endeudamiento creciente de las naciones,
por las expropiaciones que las transnacionales hacen de los recursos
de los pueblos, pero sobre todo porque el sistema financero y
monetario están bordeando la bancarrota, y eso impulsa políticas de
hostilidad hacia los Estados, que el superimperialismo considera
enemigos potenciales, como es el sacar del sistemas de compensacion
de pagos internacional – SWIFT – a Rusia, pero sobre todo, el que
el dólar ha dejado de ser una moneda confiable, y que todo el oro
monetizable se agota rápidamente (Estados Unidos no
puede devolver a Alemania el oro depositado en sus
bancos, porque Estados Unidos ha dispuesto de esos depósitos), y
estos hechos encierran el peligro potencial de resolver el impass
mediante la guerra, que ya está a las puertas de Europa, por la
actitud de Turquía, respecto a la guerra de baja intensidad, que ya
vive Oriente Medio.
UNA INTERNACIONAL
Esta ha sido la manera de organizarse la clase obrera, el socialismo
desde los tiempos de Marx y Bakunin, y esta debe ser la manera de
organizar al pueblo trabajador, hoy. Un partido mundial,
internacional se hace a impulsos de acontecimientos cuya
trascendencia tienen un marcado carácter que va más allá de las
propias fronteras, y las fuerzas productivas actuales no se pueden
circunscribir a los límites estrecho, ni siquiera de las naciones
Estados más grandes, si Podemos entiende que no es ese su rol, es
incomprensible la actitud del núcleo Iglesias–Monedero, de querer
ir como partido, y es más acertado la posición Rodríguez–Echenique,
de abrirse a asambleas populares. Durante la transición que siguió
a la muerte de Franco, las asamblea en las fábricas y empresas,
muchas veces se continuaban en la calle y esa movilización ciudadana
era un obstáculo que los dirigentes políticos que negociaron con
los franquistas se dieron maña para ir reduciéndolas, hasta
hacerlas desaparece. Aún con toda la tecnología disponible, las
asambleas en fábricas, calles y plazas es el instrumento más
directo para contactar con la ciudadanía, sin que eso suponga
desestimar las ventajas que las redes sociales, que pueden ser
potenciadas y hacerlas un instrumento para impulsar la lucha.
El complejo mundo en que vivimos necesita debatir sobre todos los
puntos que afectan, en conjunto a la sociedad, desde la producción y
las finanzas hasta el calentamiento global, pasando por las nuevas
formas de familia, el derecho a vivir y el derecho a morir y un
partido internacional puede ayudar a dirigir tal debate, aunque,
según Marx, no es la consciencia de los hombres la que determina la
realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su
consciencia, así pues, es cuestión de estar muy atentos a como se
desarrollan los acontecimientos para encontrar el camino que no lleve
a la victoria, o de lo contrario, será la tumba de nuestros
desvelos. En cualquier caso, la única garantía es unir nuestra
propia lucha con la de nuestros afines.
jmrmesas
seis de octubre de dos mil catorce
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