LA
DEUDA NACIONAL
¿QUÉ
PARTE ES LEGÍTIMA?
Oír
a los dirigentes de la izquierda radical hablar de la deuda nacional
es un ejercicio de equívocos constantes porque el concepto no parece
que parta de una idea bien determinada, bien discutida. Parece que el
concepto del que se parte es un concepto de la red Alternet, que es
un concepto radicalmente distinto del que debería partir de las
organizaciones de la izquierda, basadas en los criterios de la lucha
de clases y que desde los apuntes de este blog se trata de mantener.
El
concepto de la deuda nacional es una cuestión que se presta a
equívocos si el defensor de la lucha contra la deuda no tiene claro
de donde se parte, pues si se entra en los conceptos jurídicos que
puedan manejar organizaciones bienintencionadas, o aún más
concretas, la propia economía del sistema, del capital financiero
internacional, la deuda, el conjunto de la deuda nacional, toda ella
es legítima, y desde ese punto de vista del capital financiero
mundial, es cierto, la deuda nacional es legítima en todos sus
términos. Podría entrarse en detalles puntuales, como me parece que
es la perspectiva de esas redes benéficas, como pueda ser Alternet,
u otras, pero, ni siquiera, desde ese punto de vista merece la pena
luchar contra la deuda.
Si
el luchador, el militante que pretende concienciar, difundir y
movilizar contra el pago de la deuda no tiene claro que su concepción
de la lucha contra la deuda nacional parte de un origen radicalmente
diferente, un origen de clase diferente, estará aceptando los
criterios del capital financiero mundial, de la burguesía, o cuando
menos, de organizaciones, en cuyos conceptos, la lucha de clases no
forman su razón de ser, estará aceptando sus leyes, y desde sus
leyes, la deuda es legítima; hay por tanto, que partir de un
concepto radicalmente diferente, cual es que la deuda nacional fue
urdida, desde el principio, como una maniobra para empobrecer a la
sociedad, y desde 1949, fecha en la que se concretó lo que hoy
conocemos como paraísos fiscales, la deuda se aceleró en el
incremento de su formación, al detraer, año tras año, los
beneficios generados socialmente, ocultándolos en esos paraísos
fiscales, e impidiendo que la sociedad se beneficiara de acuerdo a
los propios criterios de retribución burguesa.
Este
concepto es en el que hay que fundamentar la lucha contra la deuda,
pues si no es de este modo, la lucha contra la deuda se convierte en
una batalla legal, jurídica, en la que todas las bazas juegan
a favor de la burguesía, y el militante que lucha contra ella,
aparenta defender un apatraña, un farol, sin fundamento, porque será
incapaz de volcar su ímpetu en algo que no tiene claro, algo que
cojea.
Está
claro, que desde esta perspectiva de clase, la lucha contra la deuda
no es una batalla nacional, ni siquiera continental, es una batalla
mundial, una batalla de clase, que va indisolublemente ligada a la
lucha contra los paraísos fiscales, que va unida a la lucha contra
la permisividad de los gobiernos a dejar escapar a las grandes
empresas y grandes fortunas sin tributación, o con tributaciones
simbólicas, por lo tanto va unida a la lucha por una fiscalidad
progresiva para grandes empresas y grandes fortunas, y es igualmente
una lucha internacional por aunar fuerzas entre las naciones, entre
las clases trabajadoras en esas sociedades, porque ellas son las
avanzada de la sociedad, y en ese sentido, es un acicate por la
necesidad de construir una dirección, el intelectual colectivo
necesario para dar perspectivas al caos, que en el que está inmerso
el capitalismo, en esta etapa crucial de su final.
Esta
batalla internacional es muy difícil de articular sin el instrumento
que puede dar coherencia intelectual a una vanguardia internacional –
una nueva internacional, el intelectual colectivo – que ha de
esforzarse por encontrar la alternativa al modo de producción
mercantil, especializado, en este final de su etapa histórica, en
las dos únicas mercancías que maneja con impunidad: dinero y armas;
arma y dinero, la batalla contra la deuda es la lucha de la
vanguardia consciente por dar sentido y consciencia a la sociedad en
su conjunto porque, primero es la generadora de la riqueza, la
verdadera generadora de la riqueza, y es, en términos formales,
fuente de poder y legitimidad, y ese formalismo se llenará de
coherencia política, luchando contra la explotación.
Si
esto no está claro para los luchadores que asumen, como principal
reivindicación, la lucha contra la deuda nacional, esa lucha se
convierte en una patraña negociable, en un bluff, un farol de mal
jugador, y la lucha no es un juego.
jmrmesas
dieciséis
de octubre de dos mil catorce
No hay comentarios:
Publicar un comentario