IDEAS Y CREENCIAS
He visto algunas
catedrales, pero nunca había reparado en la finalidad de su
construcción, porque daba por descontado que tal finalidad no era
otra que glorificar la majestad del supremo hacedor, Dios, pero en mi
última visita a una de ellas, no pude dejar de preguntarme, si
además de expresar la magnificencia divina, sus constructores, no
estarían mandándonos, a través de los siglos un mensaje, y no pude
por menos, que convenir en que ese mensaje, no solo a llegado, sino
que ha calado en las consciencias de las personas, a través de
generaciones.
De paso por Sigüenza,
decidí entrar en la catedral, porque hacía mucho calor y
probablemente estaría fresco, y de camino darme un baño de cultura
sin mayor problema, y héme aquí, que mientras deambulaba por los
pasillos mirando sepulcros y capillas, al tiempo que me refrescaba,
me venían a la mente las ideas con las que he dado comienzo a este
apunte, y entre paramentos y columnas me topo con la sillería
capitular, cerrada por una imponente reja mejor ornamentada, que la
otra reja, frente a aquella, que guardaba la principal capilla, en
donde la feligresía se reúne para dar culto a los santos.
Fueron estos detalles los
que me hicieron pensar en el mensaje que todo aquello encerraba,
porque, ¿Qué podría significar la imponente reja que guardaba la
sillería capitular? ¿Por qué la reja de la sillería era mejor que
la de la capilla de culto? Como no podía preguntarle a los autores,
llegué a la conclusión que en la sillería capitular se deberían
reunir, tal vez, dignatarios de la Iglesia y del poder temporal a
debatir de lo humano y divino, y entonces, como ahora, se imponía
marcar diferencias, distancias, porque las directrices que salían de
esas reuniones capitulares, tenían trascendencias que formaban las
consciencias, eran los creadores de opinión de la época, capaces de
condenarte al fuego eterno o a la tajadera del verdugo, y eso
es una impronta que ha quedado en las consciencias de los pueblos, y
que si hacemos abstracción de los diferentes templos, catedrales,
pirámides, coliseos, foros, etc., arrojan una forma de pensar que
resumimos en las frases hechas: siempre ha sido así, siempre
ha habido ricos y pobres, esto es así, no se puede hacer nada,
que expresa una fatalidad falsa pero efectiva, porque desmoviliza las
energías populares y corta, o cuando menos, entorpece, la
investigación de lo terreno, que es lo verdaderamente preocupante,
para el poder y los poderosos.
Estas reflexiones me
llevan a la necesidad de comprender, que pese a que el entramado
legal que compone el sistema capitalista, no está soportado más que
por las creencias, estas son tan importantes, y están tan hondamente
arraigadas, que sin un importante esfuerzo por desmenuzar y explicar
las bases en las que se sustenta, cualquier tipo de cambio estaría
condenado a ser poco durable, porque la fuerza de las convicciones
sobre el funcionamiento del modo de producción, que nadie quiere
poner en tela de juicio, -la famosa frase de Sarkozy sobre reinventar
el capitalismo, era justamente
el debate que hubiese procedido, pero de inmediato entendió que fue
un error, y desde la izquierda, y mucho menos, desde la derecha, el
envite fue ignorado- es la pieza capital sobre la que gira y se
retuerce toda la situación política de nuestro tiempo, y sobre la
que se articulará el próximo futuro, y esto es tan vital y real,
que si el recién electo presidente de Francia, Hollande, en su
visita al socio transatlántico, Obama, van a tratar de los asuntos
de Europa, es porque para Estados Unidos, la situación no es menos
dramática, pese a no tener que soportar el acoso de los mercados,
pues el incremento de la deuda es tal, que en un trimestre, el
incremento de la deuda USA de más 350 mil millones de dólares, como
casi 15 veces el dinero que el ministro Montoro quiere hacer aflorar
con la amnistía fiscal a los defraudadores, por eso no es de
extrañar que diga Obama, Si en Madrid hay problemas, los
hay en Milwaukee, porque, de
ninguna manera, la deuda de Estados Unidos puede seguir engordando
indefinidamente, lo que es una confirmación clara de que el problema
no es de Europa o de Estados Unidos, es el problema del capitalismo,
y del modo de producción mercantil que hay que refundar, es decir,
hay que regularlo, p-o-l-í-t-i-c-a-m-e-n-t-e,
para que sea útil a las personas y no a los mercados,
y esto requiere de las acción política, en la calle, de la
ciudadanía presionando a los políticos, a las instituciones, a los
profesionales, y de una valiente decisión de la izquierda, para unir
fuerzas y acercar posiciones que se articulen para buscar una
alternativa programática que responda a las necesidades de la
humanidad, hoy, conscientes, de que sin ese programa, las ideas, que
como impronta, han calado en las consciencias de las gentes,
desmontar el sistema, no tendrá más opción que la violencia, y una
sociedad tan interconectada como son las socidades modernas, sus
consecuencias no pueden ser más que catastróficas.
El sistema se ha
convertido en algo tan terriblemente inoperante y perverso porque
nadie se atreve a plantear su utilidad social por temor a que se
desestabilice la sociedad ante el conocimiento de un montaje cuya
utilidad solo vale para un puñado de poderosos y ricos que creen
poder diseñar el mundo a su capricho, cuando la realidad es que la
sociedad, cada día es más consciente de eso que se pretende
ocultar, razón por la cual, desconfía de los políticos, del
establishment, a los desprecia, porque no se atreven a reconocer lo
que es evidente, y lo que es verdaderamente desestabilizador es el
temor y la incompetencia de los, al menos, legalmente, tienen una
parte de la confianza ciudadana, que no son capaces de plantear el
problema.
El descrédito de la
izquierda es incluso más grave, porque al ser, los teóricos
adversarios del capitalismo, son incapaces de criticar al sistema,
plegándose a las necesidades del capitalismo, para no ser tildados
de desestabilizadores, de
antisistema, y pensar
que las masas de ciudadanos se echen a la calle para exigir
reivindicaciones, que la izquierda no es capaz de plantear, es
sencillamente, quimérico, ¿Qué diferencias hay entre el
capitalismo de hace cincuenta años y el actual? ¿Hay en algún
partido de izquierdas algún equipo de estudios para determinar cual
es la tasa de explotación de la fuerza de trabajo en la sociedad
actual? ¿Lo hay en los sindicatos obreros? ¿Cómo desmontar el
capital financiero, si durante años, los bancos no han hecho más
que repartir beneficios, y ahora resulta que no hay dinero? Y para
mayor escarnio, el ministro que asesoró, en su etapa universitaria,
a los empresarios a evadir impuesto, ahora perdona a los evasores.
La
situación requiere algo más que el empeño de Rubalcaba para
consensuar con Rajoy una posición común para salvar la posición de
España, ¿De qué país se habla?
jmrmesas
21
de mayo de 2012
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