SOBERANIA
El
titulo puede inducir a error, porque todo el mundo es posible que
este pensando en el aspecto de orden nacional o patriótico pero no,
esto no toca ese aspecto, esto va de la soberanía económica de la
que no gozan los Estados, diré, de tamaño
medio, como los Estados europeos, que
son, en términos, científicos,
culturales, y estructurales los más
preparados (¿Cómo será la vida de los ciudadanos de otros
Estados cuya preparación no es equiparable a la de los europeos?
Evidentemente no puede ser otra que la emigración forzada por las
burguesías compradoras), pero en la que la interesada
dispersión política,
de sus direcciones burguesas(europeas),
mantienen una ficción de independencia,
mientras son dependientes del socio que representa el conjunto de
valores del sistema, que es lo que yo aludía en mi último
apunte cuando pedía no creer a los economistas, incluidos a los
marxistas que hablaran de la posibilidad de una recuperación rápida,
en una etapa histórica donde el funcionamiento económico
especulativo el valor generado es elevado artificialmente y la
producción industrial se reduce al mínimo porque
decrece la plusvalía. En este proceso es inevitable que las
crisis se sucedan con más frecuencia porque las crisis demandan
cambios cualitativos para mantener un funcionamiento
armónico, y de no producirse se irán acentuando las tensiones
sociales y humanas, porque la economía que sostiene la vida solo
beneficia a un miserable uno por ciento.
He
dicho en algún apunte anterior que la economía es una cierta
presentación de los aspectos contables de la producción, pero la
producción engloba el factor determinante de esa actividad que es el
de las fuerzas productivas.
Cuando
las fuerzas productivas eran pequeñas, o dicho de otra manera,
cuando las fuerzas puestas en movimiento lo eran por animales o en
las siguientes etapas, por la combustión a vapor, todavía los
efectos nocivos podían desestimarse porque cabía esperar que los
filtros naturales (fauna y flora), hicieran su cometido retornando
a la naturaleza los desechos industriales, pero tan pronto
como hicieron su aparición la electricidad y la energía nuclear,
las fuerzas productivas de las potencias industriales, que
siempre potencian sus efectos sobre el conjunto del planeta
aunque anteriormente no era tan evidente como lo es ahora y dado que
el hálito de la economía capitalista es el crecimiento competitivo,
agresivo sobre la fauna y flora (los filtros naturales, y otros de
tipo geológicos, estructurales, por ejemplo), la devastación de la
naturaleza es inevitable, como es inevitable el incremento de las
tensiones de todo tipo en las sociedades recorridas por un modo de
producción antagónico.
Los
economistas burgueses solo miden los efectos contables de la
producción, pero como la producción al hacerse con la perspectiva
de un comercio que va más allá de las fronteras propias, al
trascender el ámbito nacional y tener que acudir a un mercado
mundial, se ven el la tesitura de tener que utilizar mecanismos
internacionales, uno de los cuales es inevitablemente una medida con
la que valorar la producción propia y que sea aceptada por el resto
de los socios. Anteriormente fue el oro pero desde el final de la SGM
fue el dólar convertible y desde 1973 fue el dólar no convertible,
es decir, se aceptó la moneda de un Estado (EEUU) como medida de
valor universal (no estimaremos las consecuencias político-económicas
por ahora), pero volviendo a los efectos contables, con los que los
economistas valoran la producción, hay que tener en cuenta, que
interesadamente se velan, se ocultan la potenciación de los efectos
nocivos de la fuerza productiva, que afectan a la naturaleza y a la
sociedad.
Eso
que puede entenderse como economía, el aspecto contable de la
producción, desprovista de las consecuencias nocivas que genera en
la naturaleza las fuerzas productivas, velando, ocultando las
consecuencias que las fuerzas productivas generan sobre el propio
proceso de producción como es el cambio de la estructura económica,
que permanece intocable en el aspecto formal porque afecta al derecho
de propiedad, es decir, al espíritu que recoge la superestructura
jurídica y política (conceptos congelados en un tiempo pasado),
pero que en realidad cambia con cada nuevo descubrimiento científico,
tan pronto como este se incorpora al proceso de producción,
pero ignorando el incremento de las repercusiones de orden negativo
que conlleva el proceso de producción, aunque en el aspecto contable
arroje ganancias que se privatizan.
En
ese proceso se ocultan la importancia determinante que la
propia sociedad tiene en la generación de la riqueza, porque
mientras que los cambios tecnológicos son evidentes por si mismo,
los cambios sociológicos que se producen en la estructura económica,
al estar regulados por leyes que solo valoran el derecho de
propiedad, minimizan la importancia de la sociedad que se
mantiene ajena a su poder, impidiéndole ser
consciente. Ese ocultismo del poder social es lo que produce
tensiones que solo se visualizan cuando están directa y
estrechamente ligadas a un centro productivo concreto. El panorama es
muy amplio y precisamente mi crítica a los economistas marxistas es
precisamente esta veladura de la implicaciones de las fuerzas
productivas, que si algo enseña Marx, es precisamente esas
relaciones, interesadamente veladas.
Un
ejemplo de lo que digo es este articulo de un economista
marxista refiriéndose a China en los días actuales. En el artículo,
redactado en el patrón del lenguaje económico hay dos comentarios
muy claros que
no forman el meollo del contenido
pues analizar el desarrollo de la economía China para decir que
China
no es una sociedad socialista,
y unos párrafos más allá convenir que la
dirección de China no es responsable ante sus trabajadores,
es muy desmoralizador porque
para los trabajadores del mundo la economía de China nos importa un
pito si al final pasa lo que le pasó a la URSS,
que
un grupo de listillos fusilables se quedaron con las empresas y la
propiedad socialista se liquidó
porque
la superestructura del primer país socialista de la historia
apartaba a los obreros del control político del Estado,
apartaba
a los obreros del poder poítico de la economía y la democracia
obrera,
la
dictadura del proletariado no era más que la dictadura de los
burocrátas chupópteros.
Señor
economista, usted debería de haber empezado por ahí, primero,
porque eso abriría los ojos de los obreros, pocos, que aun piensan
en términos socialistas, segundo, porque tendrá, sin dudarlo,
mejores y más elaborados argumentos que los que trata de aportar
este viejo militante, tercero, porque esta crisis achacada a la
pandemia, ignoran que para que en esta tempestad en la que estamos
metidos, porque el sistema se ha agotado, la pandemía será el
motivo recurrente de los amos del mundo para paralizar
cierta producción, durante el tiempo que se estime oportuno,
cuando convenga, mientras convenga. Entretanto, las industrias de
las armas de destrucción masivas siguen y seguirán fabricando
inventos, que no puede augurar más que una nueva reordenación del
territorio, porque en términos históricos, el tamaño de los
Estados ha variado en función de la potencia de las fuerzas
productivas, cuando una clase social se ha encontrado con la
motivación política necesaria para abordar los cambios obligados, y
hoy hay que dotar a los trabajadores del mundo, tanto de Eurasia como
de América, de sur a norte, de África y del Pacífico de ese
espíritu visionario de un mundo mejor, de un mundo nuevo,
donde el ser humano reconozca a su hermano sin importar de que color
sea el pellejo. Eso significa romper normas tabúes, ritos que nos
impiden reconocer a nuestros pares, semejantes. ¿Qué o Quien tomará
la iniciativa?.
La
humanidad comenzó su evolución civilizatoria por la perspicaz
inteligencia del sexo femenino(¿Un
olvido de la superestructura inventada por la divinidad? Podríamos
preguntarle al intelectual señor Ripalda), cuando en el largo
caminar se preguntaban por qué unas crías se desarrollaban más
fuerte y otras, en cambio, no prosperaban o tenían taras. La aguda
reflexión femenina llevó a la conclusión que la
consanguinidad, la reproducción consanguínea era nociva para la
especie y fue la mujer la que tuvo el control de la sociedad tribal,
primitiva. Había alumbrado el matriarcado, una época
de prosperidad colectiva que afianzó a la especie
humana y que acabó porque la debilidad de la naciente civilización
no contaba con las fuerzas productivas suficientes para un
crecimiento tan floreciente. ¿Se debe a eso el odio visceral
de los poderosos hacia el feminismo?
El
patriarcado lo tuvo más fácil pero con modos más ásperos llenos
de tensión y desamor, el padre reconocía al varón de su
preferencia que lo heredaba todo, ¿había nacido la
religión?, ¿se inventó un dios cruel y exigente, cuyos hijos
habrían de ser hércules de gincana? Ah, pero eso si entró en la
superestructura recogido en los formatos más variados. ¿Temen
los poderosos que ahora, con unas fuerzas
productivas mágicas el
espíritu visionario de un mundo nuevo lo recojan las mujeres?
¿No es curioso que hayan sido las mujeres negras las que
inventaron Black Lives Matter? ¿No es curioso que
ellas hablen de la vida y no del poder?
A
MODO DE EPILOGO
En
los últimos apuntes publicados hice propuestas que parecían útiles
para desenganchar al movimiento obrero del seguidismo de la política
burguesa. Ojo que no estoy proponiendo la trifulca sino la
lucha organizada de los sindicatos obreros de Europa,
Asia, África,
América y Oceanía valorando la propuesta de la organización
belga del comité para la abolición de la deudas ilegítimas sobre
la socialización de la banca, previa auditoría pública,
participada por los ciudadanos de los Estados.
Había
otra propuesta, que tras leer los antecedentes de la investigación
del virólogo señor Kawaoka cuyas experiencias en el laboratorio de
la universidad de Wisconsin tenían relación con la proteína
inventada por este profesor, proponía una comisión de investigación
independiente auspiciada por Naciones Unidas.
No
son momentos banales y a la luz de los acontecimientos haría un
llamamiento a los economistas marxistas (evidentemente el llamamiento
lo hago en nombre de la clase trabajadora, no en mi nombre que es
completamente prescindible), sobre estas cuestiones para que pudieran
impulsarnos a abordar y orientar un debate ¿pueden crecer las
fuerzas productivas armonicamente cuando el limitado objetivo es dar
satisfacción a una minúscula fracción social? ¿Cómo contribuye y
se contabiliza el conjunto de la sociedad en la creación de la
riqueza?¿Se puede crecer sin límite? ¿Cómo han de definirse los
límites?
jmrmesas
tres
de junio de dos mil veinte
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