miércoles, 4 de agosto de 2010

ESTADOS UNIDOS DE EUROPA O ESTADOS UNIDOS SOCIALISTAS DE EUROPA

ESTADOS UNIDOS DE EUROPA
O
ESTADOS UNIDOS SOCIALISTAS DE EUROPA

El modo de producción mercantil, el modo de producción capitalista ha llegado al punto más alto al que el capitalismo, la burguesía mundial ha sido capaz de llevarle.La enorme acumulación de dinero almacenada en los santuarios financieros, no sirve, ni puede servir para llevar las fuerzas productivas, ya plenamente internacionales, mundiales, a un estadío superior. La economía financiera, profundamente desligada de la economía productiva, esa economía especulativa, se ha convertido en una timba para trileros millonarios, para buitres ricachones que se permiten jugar con la vida de las personas, cual diosecillos aburridos que ayer especulaban con el bath, la vez siguiente con la libra, y ahora con el euro, sin que ni una sola voz osara gritarles, ¡basta ya! ¿Quien asume el coste que ha significado la Unión Europea, cuando los mercados intentan someterla, retrotrayendola a épocas de escasez y sufrimiento? Cuando se destruyen toneladas de alimentos para mantener los precios, ¿quien les dice basta?
¡Nadie!
Estamos asistiendo, atónitos, a la manipulación de la sociedad, se dice, democrática,libre, soberana, por un puñado de buitres carroñeros, que nadie ha elegido, que nadie ha llamado, que se juntan a comer y comentan: "echémosle un pulso al euro", y ni un solo dirigente, ni un solo político, ni un solo partido, de los que hablan y no paran de soberanía del pueblo, les dice, ¡Basta ya!
Y, ¿Por qué?
Porque entre los mercados y los políticos burgueses hay una simbiósis en los que unos y otros viven a expensas del pueblo soberano. Nosotros el pueblo trabajador, desde el que curra en el tajo hasta el pequeño comercio que tiene abrir la tienda para malvivir, el que sí paga a HACIENDA SOMOS NOSOTROS, ellos nó, ellos se lo llevan crudo a los santuarios del dinero para seguir especulando, y echandoles pulsos a la gente que curra, que paga, que cotiza en hacienda, tenemos que decirles, alto ahí, con las cosas de comer no se juega.
Está claro que el modo de producción de mercancias ha llegado a su punto más alto, pues la economía especulativa es la señal que nos mandan los mercados en la que nos dicen muy claro, "esa especie de nueva acumulación originaria almacenada en los santuarios financieros no sabemos emplearla ni en la lucha contra el hambre y la pobreza, ni contra el efecto invernadero ni la contaminación del planeta, ni en ninguna causa que sirva para beneficiar a los seres humanos o al planeta, nos sirve para seguir haciendo dinero, al que simulamos darle valor, especulando con él", sin embargo, la capacidad de las nuevas fuerzas productivas estan llenas de promesas de un mundo mejor, pero ninguna clase dirigente ha salido haciendo "mutis por el foro", dejando el escenario por las buenas.
La burguesía europea, tras dos guerras mundiales ha comprendido que el camino del concenso, el pacto, la negociación era la vía correcta para desarrollar las nuevas fuerzas productivas, pero esos acuerdos, negociaciones y pactos eran entre ellos, entre iguales, y ahora ha llegado el momento, su momento de hacer su "mutis"; pueden hacerlo como el personaje magnánimo, que tras una vida tormentosa, generosa y noblemente, trata de retrasar su marcha, sabiendo inevitable el final, queriendo con ello allanar las dificultades a los que viene detrás, o pueden hacerlo como este otro malandrín, que se resiste y patalea, queriendo dejarlo todo "atado y bien atado", porque se cree que él es el bueno, que su idéa es la idéa.
Si escogieran esta última salida, su recuerdo maldito se confundiría con aquellas otras clases, que podría resumir el grito de aquel clérigo medieval clamando: "¡Matarlos a todos, Dios sabra escoger a los suyos!" Triste idéa; triste final. No dá lugar a reconciliarse con la especie humana: no tendrían, no tendríamos arreglo. Por el contrario, si escogieran la primera, su recuerdo en la historia sería imperecedero: ¡Hay lugar a la esperanza!
Estamos a caballo de dos épocas, la vieja, que ha capitaneado la burguesía, y una nueva que se resiste a nacer; esta nueva época histórica que no termina de alumbrar, parecería que dudara en manifestarse, consciente del legado histórico que le tocará gestionar, pues no es el mundo pasado en el que el hombre, con una mirada abarcaba el problema. La nueva época por venir, con fuerzas colosales y problemas comparables, aguarda a las nuevas generaciones, mejor preparada que las precedentes, pero sin duda, con un bagaje experimental más que discutible, y se trata, desde ya de ir abriendo cauces y caminos, porque es aquí en Europa, en este cacho del mundo donde el advenimiento del mañana, estan jugando sus bazas la burguesía mundial; los ataques al euro por parte de los especuladores, tienen como misión impedir que la marcha que los dirigentes europeos preveían cautelosa hacia una especie de unión blanda, se tenga que jugar ya con malos modos, pues aquí en Europa estan presentes todos los factores del drama: razas, lenguas, culturas, fronteras, idéas, intereses, y así la burguesía europea, con el euro, quería avanzar cautelosa hacia esa unión blanda e inconcreta, sin embargo, sus iguales perciben en esa unión inconcreta y vacilante el comienzo del fin, y tengamoslo claro, nosotros el pueblo trabajador europeo, no será ni en China, ni en India, ni en Japón u Oriente medio, ni siquiera en Estados Unidos. El mundo ha llevado el sello de Europa en los últimos dos mil años, y el final de una clase dirigente, la burguesía, se juega en este cacho de tierra. Si lo mejor y más noble de la burguesía europea asume su papel histórico, su seña de identidad serán los Estados Unidos de Europa, con este colofón, que tomaría su tiempo, madurarían las condiciones para un nuevo modo de producción transitorio, en el que al menos, una parte de la producción, aquella ligada a satisfacer las necesidades básicas para la vida en el planeta, serían desclasificadas como mercancías, dando lugar a un relevo en el que el coste social y humano sería asumible de buena gana y la historia juzgaría su papel con benevolencia y comprensión por el legado histórico dejado. Si por el contrario, su resistencia la hiciera encastillarse violentamente, el coste humano sería, previsiblemente, muy doloroso y de nada habría valido toda la construcción emprendida tras la segunda guerra mundial con la EFTA, el Mercado Comun, la Unión Europea, porque el desarrollo consecuente, los Estados Unidos de Europa, les asustó, les puso frente a su final y no fueron capaces de mirar de frente.
Si esto ocurriera, entonces la tarea para las nuevas generaciones ya no serían los Estados Unidos de Europa, sino la construcción del socialismo, enlazando el camino inconcluso iniciado en el año diecisiete del siglo pasado levantando la bandera de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Por el bien de una humanidad hartamente dolorida y maltratada, yo tendería mi mano ayudar a construir los Estados Unidos de Europa.

Jesús M Rodríguez Mesas

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