INTENTANDO
COMPRENDER
LA
DESAPARICIÓN DE LA URSS TIENE UN COSTE AUN NO RESUELTO
Absorbidos
por el ajetreo diario de tener que sobrevivir, el ciudadano corriente
trata de ubicar cada acontecimiento con el que nos obsequia la
actualidad, buscando los perfiles, a modo de pieza de esos
rompecabezas de múltiples piezas troqueladas, para encajarlas y
poder continuar su cotidiano quehacer, solo cuando tiene tiempo y
mira el puzzle, se da cuenta que hay piezas encajadas que no
concuerdan con el contenido del dibujo, pese a que los contornos se
adaptaban al hueco que los acogió, y en esa tarea de encajar
acontecimientos, también me hallo, aunque me doy cuenta que en el
apresuramiento, no siempre los contornos se corresponden con el
contenido que expresan la profundidad de los acontecimientos.
Esta
profundidad que sustentan los acontecimientos tiene, en el tiempo, la
suficiente solidez como para apreciar de qué va el asunto, pues en
casi los veinticuatro años transcurridos desde la disolución de la
URSS, se puede comprender que aquella desaparición no puede ser
considerada un mero pasar página, pues todo el pasado siglo xx ha
estado dominado por la influencia de la revolución rusa de 1917, y
eso no puede ser escaqueado, simplemente, pasando pagina.
Acontecimientos
como el golpe de estado de Kiev, ahora se le está llamando
revolución, no puede ocultar que tras esa denominación, así como
los apoyos que está recibiendo, y de quienes, no pueden ocultar,
repito, que lo que está en discusión es la negativa del sistema
-el superimperialismo- a permitir la integración, en su
economía de dos potencias Rusia y China, que aún respetando las
reglas del superimperialismo, ambas naciones alteran el estatu-quo
definido por unas relaciones de producción, que el cartel de las 147
ha construido y perfeccionado, en prácticamente el mismo tiempo de
vida que se desarrolla desde los años de la desaparición del
peligro comunista, con la ofensiva del liberalismo económico.
La
economía internacional, para entender que es lo que ocurre, no se
puede ver como un mero balance contable sino como una prueba de
fuerzas entre dos contendientes económicos muy disparejos, en
realidad es una prueba de relaciones de producción que no son
compatibles, pues aunque, formalmente Rusia ha abandonado la
concepción marxista de la economía, si es que alguna vez la tuvo,
sin embargo, es un coloso industrial y militar y aunque su producción
industrial queda absorbida por su industria militar y su escasa
densidad de población, puede ir sorteando el temporal, porque,
además, su deuda es casi inexistente, y aún conserva una
considerable influencia internacional, que maneja con relativa calma
y despreocupación. China, no obstante, es un problema diferente,
y no es que formalmente sea comunista, cosa que hace tiempo el
superimperialismo sabe que no será por ese lado por el que deba
preocuparse, aunque pueda utilizar el termino para entorpecer los
negocios, saben que la cúpula del
partido y del Estado está podrida con cuentas de los
líderes en los paraísos fiscales, y por tanto, el peligro rojo no
es ese, por el contrario, el coloso chino, es una potencia industrial
cuya producción compite con mercancías de alta penetración en
los mercados que el superimperialismo controla, aparte de ser una
importante potencia militar, sino que además, China tiene una
importante reserva de dolares, y eso, unido a la penetración de las
mercancías chinas en los mercados, le da a los chinos un poder
desestabilizador, que el superimperialismo ha de cortar, porque le va
en ello su capacidad de control de la economía mundial.
Si
estas naciones fuesen potencias medianas, habrían tenido que
transigir con las imposiciones del superimperialismo
euro-estadounidense, pero al ser ambos, colosos industriales y
militares, y hasta cierto punto, socios, respaldándose ambos con la
orla de países como Brasil, India y Sudáfrica -BRICS-, se podría
considerar un enfrentamiento entre dos visiones de competidores
burgueses, y en este caso, la geopolítica implica, antes de intentar
un nuevo reparto del mundo mediante un conflicto armado de
dimensiones aterradoras, hostigar a los competidores recurriendo a
toda suerte de golpes, entre ellos los golpes de estado sean estos
duros, Egipto, o blandos, Ucrania, Venezuela, es decir, causando
desequilibrios controlables, que no dejan de tener un riesgo muy
alto, porque intentar desestabilizar naciones como Rusia o China,
países multirraciales, con un alto contenido de agravios históricos,
entre los pueblos que componen esos Estados, es tocar piezas básicas
de un entramado mundial, que puede hacer ingobernable la convivencia
entre los pueblos vecinos, y en ningún bando, sea estos que he
mencionado, como entre los euro-estadounidense, la contabilidad de
los agravios nacionales pueden ser incalculables.
En
estos casi veinticuatro años transcurridos, el modo de producción
mercantil ha agotado su faceta positiva como impulsor de las fuerzas
productivas,estas, altamente internacionalizadas han producido un
entramado que controla el cartel de las 147 transnacionales, y en
ambos bandos, la industrialización automatizada, necesariamente
reduce la intervención de grandes masas de trabajadores que van
directamente a engrosar el paro; podría decirse, con un escaso
margen de error, que estamos en vísperas de acontecimientos cuyos
efectos van a decidir el próximo futuro porque estamos en uno de
esos momentos, en la historia, en la que las contradicciones saltan
porque los conceptos sobre el modo de vida, familia, perspectivas,
etc., y sobre todo, la percepción de una corrupción galopante en la
élite social que sirve de modelo, en los que se apoya el sistema,
está hondamente cuestionada, así que las sociedades se saben
ninguneadas por sus élites rectoras, y los odios acumulados no
están sujetos por ningún credo capaz de refrenarlos -sean estos,
políticos o religiosos-, por eso es necesario aclarar los conceptos,
dejando claro que una revolución pretende un cambio
social profundo, dando poder a la sociedad, y en el caso de
Ucrania, la lucha se ha establecido entre facciones de
exburocratas enriquecidos por el robo de la propiedad social.
Me
parece muy importante comprender esto, porque los pueblos que
componían la URSS se mantenían unidos, no sin grandes esfuerzos,
porque la revolución y la lucha subsecuente por un mundo nuevo
hizo de sólido aglutinante que se fue debilitando, en la medida
que la burocracia llegó a separase por completo de la sociedad.
Lenin fue muy crítico con los comportamientos burocráticos
gran-ruso de los
responsables del partido, encargados de las cuestiones nacionales,
proponiendo un castigo ejemplar de un colaborador, con el que
compartió trabajos en el exilio -Ordzhonikidze- pero señaló con
crudeza a los responsables del tratamiento dado a los camaradas
georgianos, responsabilizando a Stalin, otro georgiano como
Ordzhonikidze y Dzerzhinski, por no tener el tacto y la sensibilidad
necesaria que implicaba el tratamiento de los responsables del
partido para con las cuestiones sobre las nacionalidades. Desde
entonces las cuestiones nacionales fue una pieza angular de la URSS,
y con su disolución, Rusia ha ido aflojando lazos con aquellas
repúblicas cuya permanencia en la nueva organización, podría
suponer constantes fricciones, azuzadas por la burguesía europea y
estadounidense, pues conscientes de esa debilidad, se convierten en
piezas de desgaste usadas en la geoestrategia, para señalar a los
rusos el precio de su integración, en el mercado, si llegara a
producirse, que no se producirá sin una confrontación
determinante, porque, argumentara, algún despistado, que ya están
en el mercado, pero que vendan sus mercancías no implica que
participen del cúmulo de beneficios que la estructura profunda del
capitalismo, guarda para la élite del uno por ciento.
LA
IZQUIERDA INTERNACIONAL
La
sociedad, la ciudadanía no perdonara que la izquierda europea, sobre
todo europea, no tome posición respecto a los acontecimientos en
Ucrania. A la izquierda le han pasado acontecimientos importantes sin
que tomaran posición política, sin definirse sobre acontecimientos
que están marcando nuestro tiempo de vida, y así, se quedó muda
ante la disolución de la URSS, porque defender a la Unión
Soviética, querían que significara defender a la burocracia
represora del pueblo y ladrona de la propiedad colectiva, se ha
quedado muda ante la indignación del pueblo tunecino cuando este se
echo a la calle para demostrar su hartazgo; se ha quedado muda ante
la primavera árabe y su posterior ahogamiento en sangre, y no puede
quedarse muda ante el golpe de estado en Ucrania porque no puede
bendecir con su silencio una pelea entre los exburócratas
soviéticos, jaleados por el superimperialismo, porque no se trata de
defender a Yanukovich, ni a Rusia, se trata de denunciar la
expropiación de la sociedad por un grupo de indecentes trepadores
que se aprovecharon de la confianza depositadas en ellos por la
sociedad, para saquear su riqueza; se trata de respetar las reglas
porque si hubo unas elecciones no más sucias que las occidentales,
el respeto a esas reglas es determinante, o estaremos de acuerdo en
promover la toma del congreso de los diputados en España, porque no
nos representan, y la cupula del Estado y del partido en el
gobierno están podridas, como las que el superimperialismo bendice
respecto de lo oriental, con el apoyo de Londres, Berlin y Varsovia,
y los buenos oficios de Washinton para lograr un
gobierno de unidad nacional.
Izquierda
Unida y el Partido de la Izquierda de Europa tienen que tomar
posición política con respecto a los países ex socialistas, si
quieren dejar claro porque es por lo que hay que luchar. Las próximas
elecciones al parlamento europeo no pueden ser encerradas en una
pelea por quien encabezará las lista, porque eso se interpretará,
con todo justicia, por quien va a medrar durante cuatro años en
Bruselas, porque unas elecciones que, al menos Izquierda Unida y
el Partido de la Izquierda de Europa querían que fuesen el inicio de
un cambio social, tienen que empezar por definir los objetivos
por los que hay que batallar, que programa se lleva a esas
elecciones y el compromiso indeclinable de quienes encabecen la
candidatura, a pelear por ello. No se trata de
dejar que el más valiente diga lo que a su juicio le parezca, el
compromiso es otro, y este es, por adelantado, dejar claro ante la
ciudadanía que es por lo que se va a luchar, ¿Se va a pedir una
reforma fiscal para que los burgueses europeos paguen? ¿Se va a
convertir eso en una batalla seria para lograr resultados, o solo en
maniobras jurídicas que no servirán para nada? ¿Alguien cree que
una renta básica pueda ser lograda sin dejar muertos en las calles?
Si alguien cree que esto es posible, sin coste social y político, o
es estúpido o pretende engañar a la gente. El sistema está
acabado, y el superimperialismo euro-estadounidense no puede permitir
que unos advenedizos -China, Rusia- compitan, por cierto, ¿Por qué
no se utiliza este término que define perfectamente la finalidad de
los lineamientos sociales? Porque la socorrida corrección política
permite escamotear los conceptos que definen la lucha de clases,
porque la lucha de clases no es un balance contable sino una pelea
que definen las relaciones de producción, ¿Cómo es que los
sindicatos no dicen nada sobre el creciente número de horas
extraordinarias que no se pagan? No se pueden ocultar
detrás las huelgas que no tiene otro remedio que liderar.
Concluyendo;
el modo de producción mercantil no puede producir avances sociales y
políticos, porque esta faceta se agotó desde casi el final de la
SGM, y el necesario cambio tardará tanto como el tiempo que tarde la
humanidad en producir una vanguardia capaz de plantear unos objetivos
capaces de ilusionar y motivar a lo más avanzado de la ciudadanía a
luchar por esos objetivos. Todo no puede ser delineado
milimétricamente, pero un núcleo de objetivos claros, sí deben ser
expuestos: Condonación de las deudas nacionales, erradicación de
los paraísos fiscales, una moneda mundial, y para ello, la exigencia
de una enseñanza gratuita, sanidad pública, condiciones de vida
digna, una renta básica, y ESTAR DISPUESTOS HA HACER QUEBRAR A LOS
ESTADOS, SI LOS RICOS CONTINUAN NEGANDOSE A PAGAR IMPUESTOS; como
dijo Napoleón, citado por Lenin, lo primero es plantear seriamente
el combate, y luego, ya veremos que pasa. Que así sea.
jmrmesas
veinticuatro
de febrero de dos mil catorce
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